Asistir al festival “cortos con ñ” celebrado en la Escalera de Jacob es una de esas actividades que te reconcilian con la profesión. El pasado martes por la noche se dieron cita directores, actores y demás profesionales del audiovisual para demostrar que un cortometraje no es una “peli pequeñita” sino un proyecto con entidad y significado propios que, a pesar de durar sólo unos minutos, es capaz de transmitir y decir muchas cosas.
El festival se abrió con ‘Veinticuatro’, un cortometraje de Julio García Escames y Jesús Rabasco, que además contaron con el apoyo del actor y protagonista Jorge Roeles. Los que sigan nuestras andaduras por esta industria, ya conocerán algo más de este proyecto co-dirigido por uno de nuestros directores bajo gestión. Una comedia que, como comentó el propio Julio, “explica cómo el hombre puede venderlo todo por nada”.
“Un corto hecho con mucho cariño y con poca pasta”. Con esta frase la actriz Lló Venturini dio paso al segundo cortometraje de la noche. ‘Profesor Brofman’ es un divertido musical sobre las aventuras de un caza-vampiros muy peculiar cuyo mayor reto no será un monstruo de ficción sino el despertar del amor y la pasión. ‘El espanto’ de J.J Marcos nos quitó el aliento durante unos minutos debido a sus impactantes secuencias de terror al más puro estilo “peli-de-chinos-que-dan-miedo”. Sin embargo, los gags y las situaciones absurdas también nos sacaron más de una sonrisa. El cuarto cortometraje de la noche cambió totalmente de registro y consiguió que los espectadores se enfrentaran al drama de la pérdida de la inocencia. Los hermanos Alenda sobrecogieron al público con ‘Matar a un niño’, un proyecto en blanco y negro y con un estilo muy personal. Por último, Benja de la Rosa cerró la noche con el estreno de ‘Cruising de mujer’, un corto que forma parte de la serie “subproductos”, varios proyectos guiados por el mismo leitmotiv, la producción low cost, un concepto que el propio Benja resumió en la frase “tengo una idea, vamos a grabarla y ya está”.
Después de esta buena experiencia, ya sólo queda conocer cuál ha sido el corto ganador del Premio del Público ya que este proyecto recibirá 50 bonos de distribución en festivales de la mano de Promofest. ¡Crucemos los dedos!
Autora: Elisa Morales
Jan 31, 2012
Jan 27, 2012
El último adiós a Théo
El famoso director griego Theodoros Angelopoulos, ganador de una Palma de Oro en Cannes 1998, murió ayer atropellado por una motocicleta de un policía cuando cruzaba la calle en el barrio de Kératsini, en Atenas.
Resulta cuanto menos irónico si nos paramos a pensar en su estilo a la hora de rodar películas. Angelopoulos era uno de los líderes del cine pausado, de que los hechos transcurrieran de una forma parsimoniosa delante de la cámara.
Angelopoulos, que murió con 76 años, era conocido en España por “La mirada de Ulises” (1995) y ganó la Palma de Oro en Cannes gracias a “La eternidad y un día”.
Nacido en Atenas en 1935, el director descubrió su amor por el cine en la década de los sesenta, tras abandonar su carrera como abogado y licenciarse en Literatura en París. En la capital francesa se apuntó a la escuela de cine pero tras mucho reflexionar decidó regresar a su país y dedicarse en profundidad a su otra pasión, el periodismo. En Grecia trabajó como crítico de cine hasta que su periódico fue clausurado como consecuencia del golpe de Estado que se dio en 1967. Entonces decidió pasarse al cine.
Como director de cine destacan una serie de características en Angelopoulos, como su afición a las películas largas o la importancia de la educación a través de la gran pantalla.
Algunas de las películas que figuran en su filmografía son “Anaparastasi” (1970), que se convirtió en trilogía, “Viaje a Cythera” (1984) o “La mirada de Ulises” (1995). Lo más característico de toda su filmografía es el tono político y pesimista de sus obras.
El pasado mes de septiembre recibió en Barcelona el premio “Terenci Moix a la trayectoria cinematográfica” gracias a su lenguaje visual y su capacidad de unir poesía y cine.
Casado y con tres hijas, el director no pudo terminar una película que ya había dado mucho que hablar, “El otro mar”, filme en el que trataría la crisis de Grecia.
Autora: Marina Alonso
Resulta cuanto menos irónico si nos paramos a pensar en su estilo a la hora de rodar películas. Angelopoulos era uno de los líderes del cine pausado, de que los hechos transcurrieran de una forma parsimoniosa delante de la cámara.
Angelopoulos, que murió con 76 años, era conocido en España por “La mirada de Ulises” (1995) y ganó la Palma de Oro en Cannes gracias a “La eternidad y un día”.
Nacido en Atenas en 1935, el director descubrió su amor por el cine en la década de los sesenta, tras abandonar su carrera como abogado y licenciarse en Literatura en París. En la capital francesa se apuntó a la escuela de cine pero tras mucho reflexionar decidó regresar a su país y dedicarse en profundidad a su otra pasión, el periodismo. En Grecia trabajó como crítico de cine hasta que su periódico fue clausurado como consecuencia del golpe de Estado que se dio en 1967. Entonces decidió pasarse al cine.
Como director de cine destacan una serie de características en Angelopoulos, como su afición a las películas largas o la importancia de la educación a través de la gran pantalla.
Algunas de las películas que figuran en su filmografía son “Anaparastasi” (1970), que se convirtió en trilogía, “Viaje a Cythera” (1984) o “La mirada de Ulises” (1995). Lo más característico de toda su filmografía es el tono político y pesimista de sus obras.
El pasado mes de septiembre recibió en Barcelona el premio “Terenci Moix a la trayectoria cinematográfica” gracias a su lenguaje visual y su capacidad de unir poesía y cine.
Casado y con tres hijas, el director no pudo terminar una película que ya había dado mucho que hablar, “El otro mar”, filme en el que trataría la crisis de Grecia.
Autora: Marina Alonso
Jan 19, 2012
¡CULTURIZATE! SI PUEDES. La crisis afecta también al mundo del arte y la cultura.
¿Dónde vamos cuando no tenemos nada que hacer, cuando queremos divertimos y pasar un buen rato? Actividades como el teatro, el cine, un concierto o quedarse en casa viendo la televisión se han convertido en la alternativa perfecta para los momentos de ocio. El mundo audiovisual y cultural nos divierte, nos entretiene, y consigue, en definitiva, que pasemos buenos momentos. Nadie puede dudar que ésta sea una de sus finalidades más importantes, pero para nada pensamos en ella como la única.
La cultura no solo nos entretiene, sino que es una magnífica forma de educarnos. La televisión, por ejemplo, forma parte del día a día de las personas. Miles de individuos pasan casi la mitad de su jornada sentados frente al televisor, empapándose de imágenes, llenando sus cerebros con información de todo tipo. Cada vez más, este medio ayuda a formar a nuestros jóvenes, que pueden volverse más cultos, más agresivos o más tímidos dependiendo de los contenidos que se les ofrezcan. Cada programa da forma a nuevas ideas y modela su personalidad. Pero no solo la televisión interviene en nuestra formación, el cine, el teatro, la televisión y el resto de las actividades que componen nuestro variado elenco cultural también son una magnífica forma de educarnos y adquirir nuevos conocimientos. Además, su influencia, en la mayoría de los casos, es más positiva, ya que se trata de contenidos más selectos y de mayor calidad.
Pero a pesar de ser elementos tan importantes para la sociedad, en los últimos años hemos podido comprobar cómo la crisis que azota nuestro país ha hecho mella también en su producción cultural. La economía, el comercio, la sanidad, la educación y ahora también la cultura. Los recortes económicos no perdonan a nadie.
Pero no todo el sector se ha visto afectado de la misma manera. La mayoría de las grandes empresas o entidades privadas que se dedican a este tipo de actividades o espectáculos no se han visto dañadas por la crisis, y no han notado mucha diferencia en cuanto a los beneficios obtenidos en años anteriores. Ha sido el ámbito público el que se ha visto más repercutido. La Comunidad de Madrid es uno de los ejemplos más claros de estas reducciones. Como medida anti-crisis se ha decidido rebajar el presupuesto para diferentes actividades culturales. Eventos como Teatralia, Suma Flamenca, Festimad o el Festival de Otoño en Primavera han sido las primeras “victimas” de estas drásticas prevenciones. Y no solo eso, grandes instituciones públicas que promueven la cultura, como La Casa de América, El Círculo de Bellas Artes o la Fundación Teatro Real, tendrán que suprimir parte de sus actividades por falta de presupuesto.
En tiempos de crisis la cosa queda así, no podemos comprar, no podemos viajar, no podemos salir, no podemos divertirnos, y ahora, no podemos culturizarnos. Habrá que conformarse con acudir a actividades gratuitas, como la siempre esperada Noche en Blanco, eso sí, hasta nueva orden, cada dos años.
La cultura no solo nos entretiene, sino que es una magnífica forma de educarnos. La televisión, por ejemplo, forma parte del día a día de las personas. Miles de individuos pasan casi la mitad de su jornada sentados frente al televisor, empapándose de imágenes, llenando sus cerebros con información de todo tipo. Cada vez más, este medio ayuda a formar a nuestros jóvenes, que pueden volverse más cultos, más agresivos o más tímidos dependiendo de los contenidos que se les ofrezcan. Cada programa da forma a nuevas ideas y modela su personalidad. Pero no solo la televisión interviene en nuestra formación, el cine, el teatro, la televisión y el resto de las actividades que componen nuestro variado elenco cultural también son una magnífica forma de educarnos y adquirir nuevos conocimientos. Además, su influencia, en la mayoría de los casos, es más positiva, ya que se trata de contenidos más selectos y de mayor calidad.
Pero a pesar de ser elementos tan importantes para la sociedad, en los últimos años hemos podido comprobar cómo la crisis que azota nuestro país ha hecho mella también en su producción cultural. La economía, el comercio, la sanidad, la educación y ahora también la cultura. Los recortes económicos no perdonan a nadie.
Pero no todo el sector se ha visto afectado de la misma manera. La mayoría de las grandes empresas o entidades privadas que se dedican a este tipo de actividades o espectáculos no se han visto dañadas por la crisis, y no han notado mucha diferencia en cuanto a los beneficios obtenidos en años anteriores. Ha sido el ámbito público el que se ha visto más repercutido. La Comunidad de Madrid es uno de los ejemplos más claros de estas reducciones. Como medida anti-crisis se ha decidido rebajar el presupuesto para diferentes actividades culturales. Eventos como Teatralia, Suma Flamenca, Festimad o el Festival de Otoño en Primavera han sido las primeras “victimas” de estas drásticas prevenciones. Y no solo eso, grandes instituciones públicas que promueven la cultura, como La Casa de América, El Círculo de Bellas Artes o la Fundación Teatro Real, tendrán que suprimir parte de sus actividades por falta de presupuesto.
En tiempos de crisis la cosa queda así, no podemos comprar, no podemos viajar, no podemos salir, no podemos divertirnos, y ahora, no podemos culturizarnos. Habrá que conformarse con acudir a actividades gratuitas, como la siempre esperada Noche en Blanco, eso sí, hasta nueva orden, cada dos años.
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