El famoso director griego Theodoros Angelopoulos, ganador de una Palma de Oro en Cannes 1998, murió ayer atropellado por una motocicleta de un policía cuando cruzaba la calle en el barrio de Kératsini, en Atenas.
Resulta cuanto menos irónico si nos paramos a pensar en su estilo a la hora de rodar películas. Angelopoulos era uno de los líderes del cine pausado, de que los hechos transcurrieran de una forma parsimoniosa delante de la cámara.
Angelopoulos, que murió con 76 años, era conocido en España por “La mirada de Ulises” (1995) y ganó la Palma de Oro en Cannes gracias a “La eternidad y un día”.
Nacido en Atenas en 1935, el director descubrió su amor por el cine en la década de los sesenta, tras abandonar su carrera como abogado y licenciarse en Literatura en París. En la capital francesa se apuntó a la escuela de cine pero tras mucho reflexionar decidó regresar a su país y dedicarse en profundidad a su otra pasión, el periodismo. En Grecia trabajó como crítico de cine hasta que su periódico fue clausurado como consecuencia del golpe de Estado que se dio en 1967. Entonces decidió pasarse al cine.
Como director de cine destacan una serie de características en Angelopoulos, como su afición a las películas largas o la importancia de la educación a través de la gran pantalla.
Algunas de las películas que figuran en su filmografía son “Anaparastasi” (1970), que se convirtió en trilogía, “Viaje a Cythera” (1984) o “La mirada de Ulises” (1995). Lo más característico de toda su filmografía es el tono político y pesimista de sus obras.
El pasado mes de septiembre recibió en Barcelona el premio “Terenci Moix a la trayectoria cinematográfica” gracias a su lenguaje visual y su capacidad de unir poesía y cine.
Casado y con tres hijas, el director no pudo terminar una película que ya había dado mucho que hablar, “El otro mar”, filme en el que trataría la crisis de Grecia.
Autora: Marina Alonso
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