¿Dónde vamos cuando no tenemos nada que hacer, cuando queremos divertimos y pasar un buen rato? Actividades como el teatro, el cine, un concierto o quedarse en casa viendo la televisión se han convertido en la alternativa perfecta para los momentos de ocio. El mundo audiovisual y cultural nos divierte, nos entretiene, y consigue, en definitiva, que pasemos buenos momentos. Nadie puede dudar que ésta sea una de sus finalidades más importantes, pero para nada pensamos en ella como la única.
La cultura no solo nos entretiene, sino que es una magnífica forma de educarnos. La televisión, por ejemplo, forma parte del día a día de las personas. Miles de individuos pasan casi la mitad de su jornada sentados frente al televisor, empapándose de imágenes, llenando sus cerebros con información de todo tipo. Cada vez más, este medio ayuda a formar a nuestros jóvenes, que pueden volverse más cultos, más agresivos o más tímidos dependiendo de los contenidos que se les ofrezcan. Cada programa da forma a nuevas ideas y modela su personalidad. Pero no solo la televisión interviene en nuestra formación, el cine, el teatro, la televisión y el resto de las actividades que componen nuestro variado elenco cultural también son una magnífica forma de educarnos y adquirir nuevos conocimientos. Además, su influencia, en la mayoría de los casos, es más positiva, ya que se trata de contenidos más selectos y de mayor calidad.
Pero a pesar de ser elementos tan importantes para la sociedad, en los últimos años hemos podido comprobar cómo la crisis que azota nuestro país ha hecho mella también en su producción cultural. La economía, el comercio, la sanidad, la educación y ahora también la cultura. Los recortes económicos no perdonan a nadie.
Pero no todo el sector se ha visto afectado de la misma manera. La mayoría de las grandes empresas o entidades privadas que se dedican a este tipo de actividades o espectáculos no se han visto dañadas por la crisis, y no han notado mucha diferencia en cuanto a los beneficios obtenidos en años anteriores. Ha sido el ámbito público el que se ha visto más repercutido. La Comunidad de Madrid es uno de los ejemplos más claros de estas reducciones. Como medida anti-crisis se ha decidido rebajar el presupuesto para diferentes actividades culturales. Eventos como Teatralia, Suma Flamenca, Festimad o el Festival de Otoño en Primavera han sido las primeras “victimas” de estas drásticas prevenciones. Y no solo eso, grandes instituciones públicas que promueven la cultura, como La Casa de América, El Círculo de Bellas Artes o la Fundación Teatro Real, tendrán que suprimir parte de sus actividades por falta de presupuesto.
En tiempos de crisis la cosa queda así, no podemos comprar, no podemos viajar, no podemos salir, no podemos divertirnos, y ahora, no podemos culturizarnos. Habrá que conformarse con acudir a actividades gratuitas, como la siempre esperada Noche en Blanco, eso sí, hasta nueva orden, cada dos años.
Para los que intentamos participar de este sector, es duro ver como estos tiempos difíciles nos vienen a decir que la cultura, al menos la cultura que producimos y consumimos en nuestra época, no es un bien de primera necesidad. Cuando las cosas iban bien creíamos que la cultura era lo más importante y prioritario, pero luego ha sido de lo primero que se ha recortado. Me pregunto si es posible que no hayamos sabido hacer una cultura más autosuficiente económicamente y con una relación comercial más directa con el público, en vez de hacerla tan dependiente de las arcas públicas. Es un tema complejo, que no hay culpables de un solo lado, el público recompensa la televisión basura, la producción de cultura se ha vuelto muy cara, debido a la fuerte competencia y su profesionalización (no son los mismos costes ni precios cuando los actores podían ser cómicos ambulantes, a que ahora tengan que invertir varios años en escuelas de interpretación que no son baratas, para cumplir un listón, o que un teatro o incluso un cine esté obligado a ser una propiedad inmobiliaria rentable en el centro de una ciudad). Es una crisis profunda, pero no soy pesimista, a largo plazo el mundo del arte y la cultura no va a desaparecer y se recuperará, veamos si somos capaces de reinventarlo para que reviva más sano y fuerte que nunca.
ReplyDelete