A vueltas con la
sempiterna canción que a muchos ya nos suena con excesivo eco y que volvemos a
entonar cada vez que nos disponemos a dar buena cuenta de una cinta que adapta
una obra literaria, es imperativo que el poso de ese indefectible soniquete,
independientemente de ese toque personal, acertado o no, del responsable de
plasmarla en el celuloide, tenga un peso específico considerable a la hora de
valorar ésta con mayor o menor puntuación.
Y comprobado
queda en multitud de ocasiones que el trasvase de papel a celuloide no le
sienta nada bien a la mayoría de estrenos que se enrolan en esa no siempre
grata odisea de aventurarse con un más que reconocido éxito literario. Aunque
por otra parte, bien es sabido que a veces es la magia del cine quién se lleva
el gato al agua en esto de hacer honor al texto adaptado e incluso superarlo
con creces.
El director
polaco Pawel
Pawlikowski se atreve en esta ocasión con “La
mujer del quinto”, obra homónima del
dramaturgo estadounidense Douglas Kennedy, quien colabora también en la
ejecución del guion. Después de títulos tan gratificantes como “Last
Resort” (2000) o “Mi verano de amor”
(2004), la expectación era de obligada concurrencia en este nuevo trabajo del cineasta europeo,
el cual llega con tres años de retraso a las carteleras españolas.
Un psicodrama
bosquejado precariamente con trazos de un marcado estilo Polanski,
en el que se dan cita en un París bohemio, oscuro, de arrabales en los que la
dignidad ha dejado paso a una necesidad primaria que acaba siempre por imponerse
en situaciones límite, variopintos personajes que irán dando forma a una trama
que en buena parte de sus escasos 83 minutos de metraje resulta falta de ritmo
e incluso tediosa, enmendándose en parte esta cuestión en la recta final de la
cinta, donde el desenlace de la historia palia en cierta medida el tono
mediocre del resto del film.
Ethan Hawke
(Tom), asimila su papel hasta el punto donde su personaje le permite, brillando
por momentos y perdiéndose en otros, en los que el mínimo feeling
existente con Kristin Scott Thomas
(Margit), su volátil y misteriosa amante y alguna que otra sobrenatural escena casi
adherida con cola, hacen complicado un resultado óptimo. La parte jovial y
menos tétrica de la cinta la escenifica una
Joanna
Kulig (Ania), que saca partido a un papel con
poco poso pero que sin embargo encarta mejor en
esa relación amatoria con el protagonista.
Cinta elaborada
a conciencia, que acusa quizá ese tortuoso sendero que va del papel a la gran
pantalla, pero que sobre todo se deja en el tintero eso de convencer y atrapar al
espectador no sólo al final, si es que lo consigue, sino también con, no
digamos la totalidad, pero sí gran parte, de los restantes fotogramas.
Carlos Pérez
The Woman
in the Fifth
Related to the everlasting song that sounds similar to
many of us with excessive echo and we come back to sing whenever we have to
give a good account of a film adapting a literary work, it is imperative that
the grounds, regardless of that personal touch (successful or not) have a
considerable weight when the time comes for assessing this with a higher or a
lower mark.
And it’s been proved in many occasions that the shift
from paper to celluloid does not sit well with the majority of releases that
sign in this not-always-pleasant Odyssey adventure of performing a more than
recognized literary success. But on the other hand, is well known that
sometimes is the magic of the cinema that does honor to the adapted text and
even surpass it by far.
The Polish director Pawel Pawlikowski dares this time with "The woman in the fifth", homonymous work by the American playwright Douglas
Kennedy, who also assists in the execution of the script. After titles as
rewarding as "Last Resort" (2000) or "My summer of love" (2004), the expectation was great in this new work by
the European filmmaker, which comes three years late to the Spanish billboards.
A psychodrama sketched precariously with strokes of a
marked Polanski style, brought together in a dark, Bohemian Paris of slums in which dignity
has given way to a primary necessity that always end up in limit situations,
diverse characters who will be giving shape to a plot which in most of its 83
minutes of footage has a lack of rhythm and even tedious. The ending of the
film partially amends this issue, where the outcome of the story soften somehow
the mediocre tone of the rest of the film.
Ethan Hawke
(Tom), assimilated his role so much, shining in some times and getting lost in
others, where the minimum existing feeling with Kristin Scott Thomas (Margit), his volatile and mysterious lover and some another
supernatural scene almost stuck with glue, make complicated an optimum result.
The jovial and less gloomy film part is the one with Joanna Kulig
(Ania), who takes advantage of a role with little grounds but which however fits
perfectly in that love relationship with the starring.
It is an elaborated film in detail, which accuses that
tortuous path that goes from paper to the big screen, and which mostly left for
the ending the thing of attracting and
catch the viewers.
Carlos
Pérez
Translation
review: Elvira Salinas