Oct 3, 2014

Joe

La senda por la que discurren los aconteceres cotidianos donde se fundamenta nuestra existencia está plagada de elementos condicionantes, accesorios vitales incrustados  en nuestro propio destino. Eso hace inevitable que éste tome un rumbo u otro, manteniéndonos a veces en la seguridad relativa que la despejada pista ofrece, o por el contrario, despidiéndonos fuera de ella hacia inhóspitos lodazales, con el consiguiente riesgo que esto lleva implícito. 
 
Cuando nos disponemos a analizar las causas por las que un individuo da con sus huesos en este o aquel punto de su existencia (ruinosa o sumamente afortunada), iniciamos automáticamente el manido y antiquísimo debate acerca de quién o quiénes son los responsables de repartir venturas y desventuras sin orden ni concierto, a unos mortales enfrascados en la determinación de que nada ni nadie dará ese sorpresivo golpe de estado a su más que afianzado autogobierno. 

En la misma tesitura (esa tan susceptible de sugerir tan fabulosas hipótesis en este o aquel sentido) nos coloca David Gordon Green en su reciente estreno para la gran pantalla. Joe es un ejercicio de reflexión impreso en celuloide acerca de lo que somos o lo que nos hacen ser, y en definitiva, lo que la suma de todo ello da como resultado.

Los personajes de este drama navegan en su particular temporal de inclemencias vitales desde una ruda, rústica y dura perspectiva inmersa en la América más profunda, donde casi podríamos afirmar que impera una ley que va más allá de lo que promulguen las oficiales del estado en cuestión, donde es justo aferrarse casi exclusivamente a las que  el propio individuo cree como propias; esas leyes morales que tan poco tienen que ver con lo que la justicia determina como únicas e inviolables. La única intención de los personajes es la de esquivar a diario a ese fantasma que con tanta frecuencia se les aparece con intención de atraparlos sin remedio en su oscura y siniestra  selección de desdichas que esta vida (sin aparente intención), parece tenerles reservada. 

El personaje de Joe Ransom denota ese plus de calidad que le otorga el acierto de confluir con el profesional adecuado, el cual dará el toque maestro a ese papel que hará suyo, elevando a su vez el caché de la totalidad de la cinta. Nicolas Cage es más que nunca su personaje, es al cien por cien y de principio a fin Joe Ransom, y eso se agradece. Hasta tal punto, sin desmerecer al resto del reparto: un espléndido Gary Poulter, recientemente desaparecido, o un más que acertado Ronnie Gene Blevins. Éste es sin duda, junto al otro gran puntal de la historia (un jovencito y brillante Tye Sheridan) la columna vertebral donde se basa esta cruda trama atiborrada de emociones engastadas en el rudo panorama de un “submundo” en el que la vida reparte a cada uno lo suyo sin que tenga ya mucho sentido (cuando el desenlace se muestra impreso en los últimos fotogramas, aletargando quizás ese debate filosófico y ensalzando lo visceral y gratificante de la cinta) plantearse eso de qué o quiénes les han conducido hasta allí.  

 

Carlos Pérez



“Joe”


 
The way our daily life is developed, in which our existence is based on is full of conditioning elements, vital accessories embedded in our own destiny. That makes it inevitable that this will take a direction or another, sometimes staying in the relative safety offered by the clear track, or conversely, dismissing us outside to inhospitable sloughs, with the consequent risk that this implies. 

When we have to analyze the causes for which an individual ends up in this or that point of his existence (ruinous or extremely lucky), we automatically start the stale and ancient debate about who are responsible for distributing fortunes and misfortunes without rhyme or reason, a few mortals engaged in the determination that nothing and no one will give that surprise coup to his more than entrenched self-government. 

In the same frame of mind (that one so likely to suggest these fabulous hypothesis in this or that direction) places us David Gordon Green at his recent premiere for the big screen. "Joe" is an exercise in reflection printed on celluloid about who we are or what we are forced to be and ultimately, so that the sum of all results. The character from this drama sail in their own storm of vital inclemencies in a rough, rustic and hard perspective lost in the deepest America, where we could confirm that rules a law that goes beyond what the official State announces. Here is fair take refuge only in the ones that the individual thinks as his; those moral laws have nothing to do with what justice orders as unique and inviolable. The only intention of the characters is avoid that ghost that so often shows up to catch them in his dark and sinister selection of misfortune that this life (without obvious intention) seems to have for them.   

The character of Joe Ransom denotes a plus of quality that gives the success that merges with the appropriate professional, which will give the master touch to this role that will make his, raising at the same time the cache of all the film. Nicolas Cage is more than ever his character, he is 100% and from beginning to end Joe Ransom, and that is appreciated. He plays really well, without devaluing the rest of the cast; a splendid Gary Poulter, recently deceased, or a more than successful Ronnie Gene Blevins. He is, without any doubt, together with the other great cornerstone of this story (a young and brilliant  Tye Sheridan) the spinal column in which is based this raw plot stuffed with emotions set in a crude scene of an "underworld" in which life gives to each one's own without having already much (when the outcome is shown printed in the last frames, maybe making this philosophical debate drowsy and extolling the visceral and rewarding of the film) consider what or who have led them there.

 
Carlos Pérez

Review: Pilar Colomo

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