No hay nada como
una buena salsa para elevar a los altares gastronómicos cualquier tipo de
pasta. Ingrediente fundamental para aderezar sustanciosamente este plato en
concreto, avocando a los acérrimos a este tipo de viandas a bendecir con
especial devoción esa íntima y acertada comunión entre condimento y elemento a condimentar.
Si trasladásemos
el símil al mundo cinematográfico y más en concreto al género del terror,
encontraríamos elementos clave que suponen ese ingrediente especial que hará
brillar a producciones que sin estos convenientes aderezos quedarían reducidas
a un mero ejercicio de tiro con munición de fogueo.
Scott Derrickson
emplea en Líbranos
del mal, su recién
horneado plato fuerte, varios, quizá demasiados de estos típicos edulcorantes
que a la postre convierten la receta en algo empalagosa y carente de esa masa
fundamental a la que le falta el golpe de calor que le proporciona un horno, a
una temperatura y tiempo idóneos. Y es que este relato paranormal basado en una
vivencia real va dando tumbos como si de un arbitrario movimiento de peonza se
tratara por distintos estadios de algunos géneros del celuloide, que
deslavazadamente combinados no hacen otra cosa que, lejos de sumar, restan
puntos a una historia que no acaba de transmitir lo que, sin duda, sus
responsables pretendieron desde la primera toma.
Insertada en una
casi agobiante e interminable oscuridad la cinta se encarama, pretendiendo con
ello lograr la venia del respetable al tan manido como recurrente tema
“exorcismo”. Este es escoltado a veces por una trama policial comandada por un
más que consistente Eric Banna,
otras por el consiguiente drama familiar que acarrea el abnegado cumplimiento
del deber, y otras enmarañadas tomas tan oscuras como poco relevantes y menos
aún reveladoras de ese sobresalto tan esperado como ausente. Por supuesto donde
hay exorcismo debe haber exorcista y este, encarnado por Edgar Ramírez,
se contagia cómo no, del poco peso específico de su maligno contendiente y en
general del de gran parte de la totalidad de la cinta.
Elementos
oscuros del pasado del protagonista o incursiones de la trama que atañen a su propia familia, no hacen sino poner un
puntito de sal a una receta un tanto desaliñada.
Carlos Pérez
“Deliver
Us from Evil”
There's nothing like a good sauce to improve any type
of past. Essential ingredient to flavor this dish in particular, substantially encouraging
the fans to this type of food to bless with special devotion that successful
and intimate communion between condiment and element to spice.
If we moved the analogy to the film business and more
specifically to the horror genre, we would find key elements that mean that
special ingredient that will make productions shine, which without these
suitable dressings, would be reduced to a mere exercise in shooting with blank
ammunition.
Scott Derrickson employs in "Deliver Us from Evil", his recent baked main dish, several, perhaps too many
of these typical sweeteners that ultimately turn the recipe overseet and
lacking of that critical dough that lacks the heatstroke that you get with an
oven, with a suitable temperature and time. And this paranormal story based on
a real experience stumbles as if it was a random top move through different
stages of some kinds of celluloid, which disjointed combined, instead of adding,
subtract points to a story that doesn't quite convey what undoubtedly
perpetrators claimed from the first shot.
Inserted in an almost overwhelming and endless
darkness, the film climbs up, pretending thereby to obtain the permission of
the audience to the so broken as recurrent theme "exorcism". This is
sometimes accompanied by a police plot commanded by a rather than consistent Eric Banna, others by the subsequent family drama that brings
the selfless fulfilment of duty, and other tangled scenes as dark as little
relevant and even less revealing that awaited as absent startle. Of course
where there is exorcism there must be an exorcist too, and this one, played by Edgar Ramírez, who of course gets affected by the light specific
importance of his evil contender and in general from the one of most times on
the film
Dark elements of the past of the protagonist or
incursions of the plot involving his own family, they just put a speck of salt
to a somewhat scruffy recipe.
Carlos Pérez
Review: Pilar Colomo
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