A veces, el
entonar cierto discurso con un hilo de voz apenas audible puede resultar la
táctica más eficaz para ahogar el más estridente y sonoro de los gritos. Y es
que los caminos que llevan a esto de atraer la atención del respetable son tan
insondables como las propias prioridades del tan exigente espectador a la hora
de dejarse abducir por esta o aquella secuencia, plano, diálogo, efecto
especial, banda sonora, o demás rocambolescas piezas de las que se compone una
producción cinematográfica.
Este singular y
austero método de arrastrar a la taquilla a todo tipo de cinéfilos al que
últimamente nos hemos habituado con producciones tales como Buried,
Cuando todo está perdido,
o 127 horas,
entre otras, en las que un solitario y desesperado personaje debe lidiar con
una larga lista de vicisitudes, posee su propia filosofía acerca de qué es lo
primordial a la hora de establecer esa conexión especial entre espectador y
espectáculo, máxima esencial para cualquier profesional del celuloide. Sin
necesidad de tirar de dantescos y asombrosos efectos especiales, este tipo de
films se las apaña con apenas un ramillete de sencillos planos y un buen guión,
al que no le hace falta más sustento que el de un intérprete que esté a la altura
del mismo.
Intérprete cual Tom Hardy,
solo ante el peligro en Locke,
que incrustado en el asiento de su BMW desde la primera a la última secuencia,
establece ese vínculo comunicativo con el respetable a la vez que lo hace con
los no menos brillantes interlocutores,
en este caso telefónicos, Olivia Colman,
Andrew
Scott y Ruth Wilson.
El personaje de Hardy, atrapado por ese ínfimo habitáculo, una oscura y fría
autopista y un pasado del cual regresan ciertos fantasmas, emprende un viaje
físico y moral en el que de alguna manera intenta congraciarse con cada una de
las personas que se han visto perjudicadas con la toma de una decisión
arriesgada, la cual puede dar al traste con los pilares donde se asientan su
vida familiar y profesional.
Escrita y
dirigida por el británico Steven Knight,
el cual nos invita a este paseo nocturno sin más pretensión que la de ponernos
en la piel de Ivan Locke. Sin
entender muy bien el porqué de tan aventurada circunstancia, hasta que
vislumbramos ciertas pistas que nos llevan a concluir que en este viaje, en el
que la balanza de ganancias y pérdidas se inclina más hacia esta última,
existen poderosas razones que le empujan a cumplir con su obligación
moral.
Carlos Pérez
“Locke”
Saying a speech with a barely audible whisper can
sometimes be the most effective tactic to silence the most shrill and loud of
the shouts. The thing is that the ways leading to attract the attention of the
audience are as unfathomable as the own priorities of the so demanding viewer when
it comes to being impressed by this or that sequence, shot, dialogue, special
effect, soundtrack, or other bizarre parts that compose a film production.
This unique and austere method to win to the box
office over all kinds of film fans that lately we have got used to productions
such as “Buried”, “All is lost”, or “127 hours”, among others, in which a lonely and desperate
character must deal with a long list of vicissitudes, he has his own philosophy
about what is fundamental in establishing that special between spectator and
spectacle, essential core idea for any film professional. No need to use
Dantesque and amazing special effects, this type of films can manage well with
just a bunch of simple shots and a good script, which does not need more than a
performer who is at the height.
An interpreter like Tom Hardy,
facing the danger alone in "Locke", glued to the seat of his BMW from the first to the
last sequence, establishing that communication link with the audience while
also with the no less brilliant partners, in this case by phone, Olivia Colman, Andrew Scott
and Ruth Wilson. Hardy´s character is trapped in that tiny inside, a
dark and cold highway and a past from which some ghosts return, undertakes a
journey physical and morale in which he, somehow, tries to ingratiate himself
with each one of the people who have been damaged with a risky decision making,
which can put paid to the base where they settle their family and professional
life.
Written and directed by the British Steven Knight, he invites us to this evening stroll with no aim
other than put ourselves in Ivan Locke´s shoes. We can´t understand very well
the reason for such risky circumstances, until we see certain tracks that lead
us to conclude that on this trip, in which the balance of profit and loss leans
more towards the latter, there are powerful reasons that push him to fulfill
his moral obligation.
Carlos Pérez
Review: Pilar Colomo
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