La irreverente serie de
televisión escrita, dirigida, protagonizada (y un sinfín de cosas más) por Lena Dunham ha
vuelto a la pequeña pantalla con su cuarta temporada. Esta creación de HBO
narra las desventuras existenciales de cuatro amigas que rondan los veintipocos y que (sobre) viven como
pueden, o como les dejan, en Nueva York. Más criticada que afamada a muchos
parece habérseles olvidado que el objetivo de Girls
no es convertirse en una serie de culto, o sacar un ocho sobre diez en
Filmaffinity (dios nos libre de plantearnos los nueves o los dieces), sino que
es una obra sin mayores pretensiones que representarse a sí misma, una creación
joven que busca aún su universo, pero que derrocha espíritu propio.
En lo poco que llevamos de esta
temporada, hemos podido ver cómo las protagonistas continúan inmersas en sus
diferentes procesos de transición hacia la vida “adulta”. Hannah, que es la
propia Lena representándose a sí misma y contando su propia historia, comienza
esta cuarta temporada mudándose a Iowa, teniendo que cambiar la gran manzana
por el campo para seguir luchando por su sueño de ser escritora. Dunham eleva así a su máximo exponente el
ejemplo de auto referencialidad, rozando el narcisismo y explotando su visión
individualista del mundo, llegando a poner en duda dónde acaba Lena y donde
empieza Hannah.
Tachada de ser una selfie constante, la serie ha sabido
reinventarse y plantar cara a las hordas de haters
que ha provocado. El por qué de tanta crítica podría enmarcarse en su descarado
carácter, siendo demasiado mainstream
para la cultura Hipster, y demasiado
provocadora para la cultura catódica. Girls
es criticada tanto por feminista como por machista, tanto por intentar ser la
voz de una generación como por no ofrecer más que relatos personales e
individuales. En el segundo capítulo de esta temporada Lena se hace eco de
todas las críticas recibidas (representadas en la serie a través de sus
compañeros del posgrado de escritura) y lanza como respuesta el mensaje
inequívoco de que no le importa, ya que “no es ese tipo de chica”. Sea como
fuere Dunham ha conseguido la fórmula del éxito, ilustrando con su libro
(titulado lógicamente Not that kind of girl) y con su
serie el “bien o mal, pero que hablen”.
Tanto por alusiones directas en
la misma serie como por el propio argumento (cuatro mujeres viviendo –en– Nueva York), Girls podría parecer una oda juvenil a Sex and the city. Nada
más lejos de la realidad. La ficticia ideología del éxito que vende Sexo en Nueva York se desploma por
completo en Girls. Sin dinero, sin
trabajo, sin aspiraciones y sobre todo sin romanticismo prefabricado y de
cartón piedra, Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna no se parecen en absoluto a Carrie
Bradshaw y compañía. Lenna construye y destruye constantemente a la anti
heroína con grandes dosis de realismo, cayendo en algunos tópicos típicos
veinteañeros como la soledad o los kilos de más, pero tratando con suma crudeza
y realidad temas no abordados ni explorados en la ficción televisiva.
Que Girls es una serie de mujeres parece obvio, pero no así que sea
“para mujeres”. Frente a la masculinización de los seriales americanos (Los Soprano, Breaking Bad, The Wire, etc,), Dunham cuenta su historia, con o sin
pretensiones de representatividad, siendo capaz de consagrarse en Hollywood con
menos de treinta años. Fruto de este esfuerzo la cadena HBO ya le ha confiado
una quinta temporada para seguir hablando con provocadora sinceridad, y leves
indicios de obsesión, sobre una generación a medio camino hacia ninguna parte.
¿Se ha convertido realmente
Hannah en un icono generacional? Escuchar a críticos que rondan los cincuenta
tildar Girls como individualista y
poco representativa de una población a la que no pertenecen parece, cuanto
menos, pretencioso. De igual manera se antoja el intentar calificar una serie
aislada como la voz de una generación. Girls
es una serie diferente, que realmente refleja (e incluso representa) el vacío
existencial y los problemas cotidianos de quienes formamos supuestamente parte de
“la generación perdida”. Dunham habla a veces en mi nombre, y otras en cambio
solo cuenta su propia historia, por ello se debe valorar esta serie como lo que
es, un icono, de todos en ocasiones y suyo invariablemente, al que hay que
pedirle más. Premeditada carne de minorías, cuanto menos.
Adriana Cardoso
Girl’s fourth season : “Not That Kind of Girl ”
The insolent TV series that was written, starred
and directed (among other things) by Lena Dunham has released its fourth season. This HBO
creation tells the sufferings of four twentyish friends who are living (in) New
York. The series has been more criticized than loved. People seem to have
forgotten that “Girls” doesn’t aim to be a real cult series or to get
a good mark in Filmaffinity but it is a project who wants to represent itself,
a young production looking for its universe and wasting pioneering spirit.
In this season we can see how the main
characters are living a major process of transition towards their “adulthood”.
Hannah (who is Lena representing herself and telling her own story) starts this
season moving to Iowa, changing the Big Apple for a country life, chasing the
dream of her life: To become a writer. Dunham lives in the self
–referentiality, touching the narcissism limit, calling into doubt where Hannah
begins and where Lena ends.
The series has survived the harsh criticism,
reinventing itself and facing up to the Girl’s haters. That could be a creation
too much mainstream for hipster’s culture and too much provocative for TV’s
culture. “Girls” has been criticised for being feminist and for being
chauvinist, for speaking just in the first person and for speaking on behalf of
all young people. At the second episode of this season Lena answer all that
critical voices by saying that she doesn’t care because she is “not that kind of girl”. This is specifically her book’s
name, where she illustrates (as on the series) the idea of “It doesn´t matter
if they criticized you, the important thing is that they are talking about
you”.
“Girls” may seem a “Sex and the City” young version, but nothing could be more
untrue. The ideology of success that emerges on “Sex and the City” is destroyed
on “Girls”. Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna are not similar to Carrie
Bradshaw and company, having no money, no job, no aspirations and no
romanticism. Lena builds and destroys the anti heroin with a lot of realism and
dealing with awkward issues but not before falling into some
stereotypes.
“Girls” is a TV series about women but not just
for women. Dunham tells her story (representing or not the women) combating
against the “American TV series masculinization” (“The Sopranos”, “Breaking Bad”, “The Wire”, etc.) and she has been able to succeed in
Hollywood before being 30 years old. HBO has confirmed the fifth season to
continue speaking about a lost generation with the sincerity and the obsession
that characterized the TV series.
Has Hannah really become a generational
reference? The mid-fifties film critics qualify “Girls” as a not young generation
representative and it seems, at least, slightly pretentious.
Nor does it seem likely that an isolated TV series can be a
generation’s voice. “Girls” is a different product that really reflects the
existential emptiness that are suffering the young people. Dunham speaks
sometimes in my name and other times just in the name of her personal
experience. For all that reasons we have to evaluate “Girls” for that what “Girls”
is, a premeditated minority product, at least.
Adriana Cardoso
Review: Pilar Colomo
Parece ser que la ficción de HBO se está convirtiendo en la serie de moda en Estados Unidos y también a este lado del Atlántico. Tras una primera temporada de éxito (sobre todo mediático), las buenas noticias nunca vienen solas y es que su directora / guionista y protagonista Lena Dunham ha confirmado que Girlstendrá una tercera temporada que empezará a rodarse en los próximos meses.
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