Jun 18, 2015

Las lágrimas de Van der Weyden


El Museo Nacional del Prado de Madrid acoge desde el 24 de marzo una exposición temporal sobre el pintor flamenco Rogier Van der Weyden. A pesar de que no se conozca ninguna obra firmada por él (hay quien dice que no llegó a firmar ninguna), constan evidencias documentales que demuestran que al menos existen tres obras que pueden atribuírsele: El tríptico de Miraflores, El descendimiento y El calvario. Una de las grandes proezas que ha logrado el museo nacional con esta muestra es la de juntar dichas obras, nunca visto con anterioridad ni siquiera por el propio artista.
Nacido en Tournai (Bélgica) en torno a 1399, Van der Weyden trabajó para numerosos duques y reyes de toda Europa, llegando a ejercer como el pintor oficial de Bruselas durante una época. A pesar de ser coetáneo de grandes artistas como van Eyck, su prestigio fue capaz de traspasar fronteras. En España, el rey Juan II de Castilla y León regalaba a una cartuja de Miraflores (Burgos) recién constituida el Tríptico de Miraflores, que tras vagar por toda Europa desde que fue llevado por los franceses en 1808, regresa brevemente a España con esta exposición. Entre la selección de obras, entroncadas por su carácter religioso, su fidelidad a los detalles o su geometría inequívoca, encontramos El tríptico de los siete sacramentos. En él se observa un predominante Cristo crucificado frente a la celebración simultánea de los siete sacramentos, en una composición marcada por el juego de escalas y tamaños. Supuestamente pintado para la localidad de Poligny, es la primera vez que llega a nuestro país.
Tocado con el don de la fiel representación del mundo que le rodeaba, Rogier destacó por su expresión, por el uso intenso del color y por rozar lo escultórico con la pintura. Los asombrosos detalles de sus obras, al alcance de pocos coetáneos, permiten conocer al espectador la textura de las telas de las prendas retratadas, empaparse con las lágrimas de María Magdalena o distinguir el escarlata que brota de las heridas de un Cristo moribundo. A pesar de este sumo realismo, Van der Weyden era capaz de romper con la razón del espacio y planteaba escenarios inverosímiles donde la geometría se veía supeditada a la expresión. Es el caso de El descendimiento, donde las figuras se retuercen y comprimen en un claustrofóbico espacio y la lógica de la proporción se rompe, alargando o encogiendo las figuras para ganar expresividad y enigmática.
Hace cuatro años el cuadro de El calvario llegó al taller de restauración del Museo del Prado con infinitos roces, grietas, despintados, etc. Después de su paso por la enfermería, la colosal tabla de tres metros y medio de altura está lista para su exhibición, así como el interesantísimo proceso de restauración, ilustrado en video en una de las salas de la exposición, donde puede verse la total y sorprendente renovación que experimentó el cuadro. La muestra, que nunca había conseguido reunirse antes y la cual será muy difícil que se vuelva a anegar, estará en España tan solo hasta el 28 de junio.
Van der Weyden, como bien ha sido descrito por distintos historiadores, fue y aún es el gran maestro de las pasiones. La emoción y la expresión que gritan susurrando sus pinturas hablan de precisión y de detalle, de un espacio impuesto y angustioso y de un tiempo enigmático y, valga la redundancia, atemporal. Pero sobre todo, y quizá sea lo que le vale vasto reconocimiento, hablan de dolor, en las posturas, en la sangre, y en la expresión de las figuras, pero principalmente hablan de dolor en las lágrimas, lloradas por los retratados y, en el caso de Van der Weyden, también por el retrato.

Adriana Cardoso Navarro

 
Van der Weyden’s tears

The Museo del Prado is hosting the temporary exhibition about the Flemish painter, Rogier Van der Weyden., from 24th March. Although there isn´t known any painting signed by him (some claim that he never signed any work), there are clear evidences that show that there is at least three paintings that can be attributed to him: “El Tríptico de Miraflores”, “El Descendimiento” and “El Calvario”. One of the greatest feats of the national museum with this exhibition is to bring together the three works, which not even the artist had ever seen.
Born in Tournai (Belgium) around 1399, Van der Weyden has work for different European Dukes and Kings, being the official painter of Brussels. Although being contemporary of Van Eyck, his prestige was able to cross borders. In Spain, the King Juan II of Castilla y León gave away the “Tríptico de Miraflores”, to the Miraflores Charterhouse. This painting had been stolen by the French army around 1808, then it has travelled around Europe, and it returns to Spain with this exhibition. Between Rogier’s works selection, characterized by his religious nature, his detail precision and his strong geometry, we can found “El Tríptico de los Siete Sacramentos”. This painting has a big crucified Christ, facing the seven sacraments celebration in a composition marked by the different scales of the figures. Supposedly it was painted for Poligny, and it is the first time that it comes to Spain.
Blessed by the gift of the faithful representation of reality, Rogier was notable for his expression ability, for the use of colour and for touch the sculptural with the painting. The amazing details of his paintworks, at reach of only few, allow spectators to feel the texture of the clothes portrayed, to soak up with Mary Magdalene’s tears or discern the scarlet colour of the Christ’s injuries. Despite this maximum realism, Van der Weyden was able to break with de space’s laws and he offered implausible scenarios where geometry was subordinated to expression. This is the case of “El Descendimiento”, where the figures are compressed in a claustrophobic space and the law of proportion is broken, extending and shrinking the figures to win expressiveness and enigmatic.
Four years ago “El Calvario” came to the restoration workshop of the Prado Museum with a lot of frictions, cracks, paint stripping, etc. After having been in the nurse’s office, the huge table (3.5 meters) is ready to the exhibition, and also is possible to see the restoration process in a video, in one of the Prado’s room. The exhibition has never been achieved before and it is very difficult that it could return, but it will be in Spain until June 28th.
Van der Weyden has been described as the master of passions by different historiographers. The emotion and the expression that shout his paints, talk about precision and detail, they talk about a distressing space and about an enigmatic time. But especially, and that can be maybe the main reason of his recognition, they talk about pain. There is pain in the figure’s position, in the blood and in the expression, but mainly there is pain in the tears, mourned by the portrayed and, when we are talking about Van der Weyden, also mourned by the portrait.

Adriana Cardoso Navarro

Review: Pilar Colomo

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