El Museo Nacional del Prado de Madrid acoge desde el
24 de marzo una exposición temporal sobre el pintor flamenco Rogier Van der
Weyden. A pesar de que no se conozca ninguna obra
firmada por él (hay quien dice que no llegó a firmar ninguna), constan
evidencias documentales que demuestran que al menos existen tres obras que
pueden atribuírsele: El tríptico de
Miraflores, El descendimiento y El calvario. Una de las grandes proezas
que ha logrado el museo nacional con esta muestra es la de juntar dichas obras,
nunca visto con anterioridad ni siquiera por el propio artista.
Nacido en Tournai
(Bélgica) en torno a 1399, Van der Weyden trabajó para numerosos duques y reyes
de toda Europa, llegando a ejercer como el pintor oficial de Bruselas durante
una época. A pesar de ser coetáneo de grandes artistas como van Eyck, su
prestigio fue capaz de traspasar fronteras. En España, el rey Juan II de
Castilla y León regalaba a una cartuja de Miraflores (Burgos) recién
constituida el Tríptico de Miraflores, que tras vagar por toda
Europa desde que fue llevado por los franceses en 1808, regresa brevemente a
España con esta exposición. Entre la selección de obras, entroncadas por su
carácter religioso, su fidelidad a los detalles o su geometría inequívoca,
encontramos El tríptico de los siete sacramentos. En él se observa un
predominante Cristo crucificado frente a la celebración simultánea de los siete
sacramentos, en una composición marcada por el juego de escalas y tamaños.
Supuestamente pintado para la localidad de Poligny, es la primera vez que llega
a nuestro país.
Tocado con el don de la
fiel representación del mundo que le rodeaba, Rogier destacó por su expresión,
por el uso intenso del color y por rozar lo escultórico con la pintura. Los
asombrosos detalles de sus obras, al alcance de pocos coetáneos, permiten
conocer al espectador la textura de las telas de las prendas retratadas,
empaparse con las lágrimas de María Magdalena o distinguir el escarlata que
brota de las heridas de un Cristo moribundo. A pesar de este sumo realismo, Van
der Weyden era capaz de romper con la razón del espacio y planteaba escenarios
inverosímiles donde la geometría se veía supeditada a la expresión. Es el caso
de El descendimiento, donde las figuras se
retuercen y comprimen en un claustrofóbico espacio y la lógica de la proporción
se rompe, alargando o encogiendo las figuras para ganar expresividad y
enigmática.
Hace cuatro años el cuadro
de El calvario
llegó al taller de restauración del Museo del Prado con
infinitos roces, grietas, despintados, etc. Después de su paso por la
enfermería, la colosal tabla de tres metros y medio de altura está lista para
su exhibición, así como el interesantísimo proceso de restauración, ilustrado
en video en una de las salas de la exposición, donde puede verse la total y
sorprendente renovación que experimentó el cuadro. La muestra, que nunca había
conseguido reunirse antes y la cual será muy difícil que se vuelva a anegar,
estará en España tan solo hasta el 28 de junio.
Van der Weyden, como bien
ha sido descrito por distintos historiadores, fue y aún es el gran maestro de las pasiones. La emoción y la
expresión que gritan susurrando sus pinturas hablan de precisión y de detalle,
de un espacio impuesto y angustioso y de un tiempo enigmático y, valga la
redundancia, atemporal. Pero sobre todo, y quizá sea lo que le vale vasto reconocimiento,
hablan de dolor, en las posturas, en la sangre, y en la expresión de las
figuras, pero principalmente hablan de dolor en las lágrimas, lloradas por los
retratados y, en el caso de Van der Weyden, también por el retrato.
Adriana Cardoso Navarro
Van der Weyden’s tears
The Museo del Prado is hosting the temporary exhibition about the Flemish
painter, Rogier Van der Weyden., from 24th March. Although there isn´t
known any painting signed by him (some claim that he never signed any work),
there are clear evidences that show that there is at least three paintings that
can be attributed to him: “El Tríptico de Miraflores”, “El Descendimiento” and “El
Calvario”. One of the greatest feats of the national museum with this exhibition
is to bring together the three works, which not even the artist had ever seen.
Born in Tournai (Belgium) around 1399, Van der Weyden
has work for different European Dukes and Kings, being the official painter of
Brussels. Although being contemporary of Van Eyck, his prestige was able to
cross borders. In Spain, the King Juan II of Castilla y León gave away the “Tríptico de Miraflores”, to the Miraflores Charterhouse. This painting had
been stolen by the French army around 1808, then it has travelled around
Europe, and it returns to Spain with this exhibition. Between Rogier’s works
selection, characterized by his religious nature, his detail precision and his
strong geometry, we can found “El Tríptico de los Siete Sacramentos”. This painting has a big crucified
Christ, facing the seven sacraments celebration in a composition marked by the
different scales of the figures. Supposedly it was painted for Poligny, and it
is the first time that it comes to Spain.
Blessed by the gift of the faithful representation of
reality, Rogier was notable for his expression ability, for the use of colour
and for touch the sculptural with the painting. The amazing details of his
paintworks, at reach of only few, allow spectators to feel the texture of the
clothes portrayed, to soak up with Mary Magdalene’s tears or discern the
scarlet colour of the Christ’s injuries. Despite this maximum realism, Van der
Weyden was able to break with de space’s laws and he offered implausible
scenarios where geometry was subordinated to expression. This is the case of “El
Descendimiento”, where the figures are compressed in a claustrophobic space
and the law of proportion is broken, extending and shrinking the figures to win
expressiveness and enigmatic.
Four years ago “El Calvario” came to the restoration workshop of
the Prado Museum with a lot of frictions, cracks, paint stripping, etc. After
having been in the nurse’s office, the huge table (3.5 meters) is ready to the
exhibition, and also is possible to see the restoration process in a video, in
one of the Prado’s room. The exhibition has never been achieved before and it
is very difficult that it could return, but it will be in Spain until June 28th.
Van der Weyden has been described as the master of passions by different
historiographers. The emotion and the expression that shout his paints, talk
about precision and detail, they talk about a distressing space and about an
enigmatic time. But especially, and that can be maybe the main reason of his
recognition, they talk about pain. There is pain in the figure’s position, in
the blood and in the expression, but mainly there is pain in the tears, mourned
by the portrayed and, when we are talking about Van der Weyden, also mourned by
the portrait.
Adriana Cardoso Navarro
Review: Pilar Colomo
No comments:
Post a Comment