Riley Ben King, más conocido como
B.B. King, falleció el pasado mes en Las
Vegas con 89 años. A la espalda se lleva casi setenta años de actividad musical
donde protagonizó más de quince mil actuaciones que le valieron el título de
“Rey del Blues”. Tras no superar disímiles problemas relacionados con la
diabetes, B.B. King fue enterrado en su tierra natal, Mississippi, en una
iglesia situada en el delta del río, donde debido a la gran afluencia, la mayor
parte de los asistentes tuvo que ver la ceremonia
desde fuera. A sus pies, junto al féretro cerrado, se entremezclaban las
guitarras con los arreglos florales, sintomático al menos de que la música
nunca muere con su autor.
Sus más de 50 discos se han
cobrado 15 premios Grammy,
la Medalla Nacional de Artes, la Medalla Presidencial de la Libertad, el Premio
de Música Polar de la Real Academia Sueca de Música y un largo etcétera. En 1987
entró en el Salón de la Fama del Rock and Roll, e independientemente donde se
busque, se inquiera, o se lea, aparece en todos los rankings entre los diez
mejores guitarristas de la historia.
Por no romper los clichés, los
orígenes de este bluesman se
encuentran cerca de una plantación de algodón en Itta Bena (Mississippi). Tras
ejercer como pertinente músico callejero emigró a Memphis en busca de una mejor
carrera musical. Entre actuaciones radiofónicas y conciertos por los distintos
locales de la capital, ocurrió uno de los acontecimientos que sin duda marcaría
sin igual su trayectoria profesional. Actuando en Arkansas le sorprendió una
pelea entre dos espectadores que terminó por prender fuego al local. A pesar de
conseguir salir del mismo, B.B. King no dudó en volver a atravesar las llamas
para rescatar su Gibson acústica de apenas 30 dólares. Aquella guitarra, así
como todas las que la siguieron, fueron bautizadas desde aquel día con el
nombre de Lucille, al ser una mujer
con dicho nombre la causante del enfrentamiento en el local.
Podría decirse que las dos
grandes gestas de este Rey han sido
mantenerse en la cresta durante más de medio siglo e influir notablemente en la
carrera de muchos otros grandes músicos. Eric
Clapton, Phil Collins, Zucchero, Raimundo Amador, Joe Bonamassa, U2 y muchos otros se dejaron inspirar,
colaboraron y aprendieron durante años de la música de B.B. King. La emoción
por su pérdida se observa en los diferentes mensajes de despedida que el
panorama artístico le ha dedicado en las postremas semanas.
Desaparece así uno de los últimos
grilletes de la época de afirmación y auge de la música negra norteamericana.
Aunque fundamental en toda discografía por su larguísima carrera, B.B. King
siempre ha estado un escalón por debajo de músicos como Hendrix o Allman, lo
cual podría traducirse como la suerte o la desgracia del músico que no muere
joven. A pesar de ello el prodigio de sus manos no se olvida fácilmente, y
menos aún al pararnos a pensar, como se destacó en su funeral, que fueron las
manos de un Rey las que un día recogían algodón. Las mismas manos que hicieron
vibrar a Lucille para el disfrute de
todos.
Adriana Cardoso Navarro
B.B. King: The same
hands
Riley Ben King, best known as B.B.
King, died at the
age of 89 in Las Vegas. Behind him he leaves almost 70 years of musical activity
and more than 15,000 performances that allowed him to obtain the title of
« the king of blues ». After not getting over different diabetes diseases,
B.B. King was buried in a church on the river delta in Mississippi, his original
homeland. Given the large number of people, most of the attendants had to watch
the ceremony from the outside. Near the coffin were
different guitars and floral arrangements, a symptom of « the music
doesn’t die with the author ».
His more than 50-records have won 15 Grammy Awards, the National Medal of Arts,
the Presidential Medal of Freedom, the Polar Music Award by the
Swedish Royal Academy, etc. In 1987 he was inducted into the Rock and Roll Hall
of Fame and independently where we look for, he appears among the top ten of best
guitar players in the world.
The origins of this bluesman were near a cotton
plantation in Itta Bena (Mississippi). After working as a street-musician he
emigrated to Memphis looking for a better musical career. Between radio
transmissions and different shows in the city bars, a very important event took
place. In a concert in Arkansas two spectators started to fight and they
finished setting the bar on fire. B.B. King re-entered into the bar to rescue
his Gibson acoustic guitar that cost just 30 dollars. This guitar and all his
next ones were named Lucille, for
being the name of the woman who had provoked the fight.
The two big feats of this King have been to keep himself on the summit for more than a half a
century, and to influence other musicians’ career. Eric Clapton,
Phil Collins, Zucchero, Raimundo Amador, Joe Bonamassa, U2 and many others collaborated and learned from
B.B. King’s music. The emotion can be appreciated in the different farewell
messages that other musicians have dedicated to him.
One of the last pieces of the North American
black music´s boom period disappears. He was a very important musician for his
long career, but B.B. King has always been below other artists like Hendrix or
Allman, than can be translated as the luck or the misfortune of the ones who don’t
die young. Despite this, his hands won´t be easy to forget, and specially if we
think that they were the hands of a King which once were picking cotton. The
same hands that made Lucille vibrate
for all of us.
Adriana Cardoso Navarro
Review: Pilar Colomo
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