Jun 27, 2014

Sólo los amantes sobreviven

El rígor mortis de algunos géneros cinematográficos se acrecienta con mucha más celeridad cuando se consume sin miramientos la última gota de ese bálsamo que les ha permitido copar durante décadas el beneplácito de un público que ha sabido ver con meridiana claridad un trabajo basado en el saber hacer del cineasta de turno. Llegamos a tal punto cuando se exprimen hasta la saciedad tópicos y clichés del género en cuestión que se haya elegido para configurar un nuevo proyecto, que seguramente no nos lo resulte tanto, dadas las bocanadas de fondos y formas ya empleados en sus anteriores congéneres.

No es el caso, ni por asomo de, Sólo los amantes sobreviven. Aunque sí podríamos entroncarla claramente con el género vampírico, éste subyace en un discreto segundo plano para sustentar de forma firme, como si de una hercúlea columna se tratara, las disposiciones acerca del verdadero elixir de la vida, el auténtico meollo de la cuestión, que el director Jim Jarmusch nos invita a ver a través de los ojos de unos individuos con  siglos de experiencia en estas lides.
Enarbolando con pulso firme emblemas críticos con una sociedad obnubilada con campañas de baldíos consumismos, carente de valores y sumida en su propia ceguera de indolencia cotidiana, encontramos a Jarmusch. Desde la nocturna oscuridad, como cuando deben apagarse las luces ante la proyección o representación de alguna obra fundamental, diseña el marco perfecto desde donde el espectador puede contemplar, vía vampírica, cuánto nos asemejamos a esos zombis, que han desterrado de sus vidas parcial o totalmente artes fundamentales como la literatura, la música y la pintura. La ciencia,  elemento indispensable, relegado actualmente a meros intereses económicos, y todo lo que  convierte al ser humano en ese ser creador y único, difícil de hallar hoy en día.
Excelentes Tom Hiddleston y Tilda Swinton, los vampiros que desde su particular y antiquísima historia de amor, se parapetan en libros indispensables, canciones igual de imprescindibles y hallazgos científicos que abrazan ese halo, mezcla de nostalgia y reivindicación, para desmarcarse de unos mortales tan vacíos como su propia escala de valores. Divina juventud, obligada en este alegórico canto a la vida, encarnada por una deslumbrante Mia Wasikowska. El placer por el placer de un paseo en coche a la luz artificial de las calles de París, cuando las prisas reposan en su ataúd particular y solo hay que dejarse impregnar por la magia de sus centenarias avenidas desiertas que desnudas incitan con mayor facilidad a regresar a un pasado en el que todo fue mejor.  

Un ramillete espléndido de pequeños pero fundamentales retazos de vida con los que el director estadounidense establece esa escala de valores, que estamos perdiendo tan vertiginosamente como transcurren nuestras vidas.

El fragmento de un viejo poema o las notas de una canción aderezadas con la mejor compañía supondrán que afloren en un rostro extasiado esos colmillos que echamos  en falta cada vez con más frecuencia.  

Carlos Pérez
 

Only Lovers Left Alive

The rigor mortis of some cinema genres grow much quicker when it is consumed without consideration the last drop of that balm that has allowed them for decades to take the approval of a public that has been able to see a work based on knowledge of the inevitable filmmaker. We reach that point when clichés belonging to that genre chosen to create a new project are totally squeezed, which is surely not so new, given the gusts of funds and forms already used in their earlier counterparts.
 
This is not what happened, by no means, with "Only  Lovers Left Alive". Although we could do draw it clearly into the vampire genre, it underlies a second discreet level to sustain in a firm manner, as if it were a Herculean column, the aptitudes about the true life´s elixir, the real heart of the issue, which director Jim Jarmusch invites us to see through the eyes of individuals with centuries of experience in this field.
 
Hoisting with steady hand critical emblems with a society blinded by consumism campaigns, devoid of values and lost in his own indolence blindness, we find Jarmusch. From the nighttime darkness, like when all the lights must be turned off due to a projection or a performance of a fundamental work, it designs the perfect setting from which, in a vampire way, the spectator can look at how we are so similar to those zombies that got rid partially or totally of fundamental arts like literature, music or painting. Science, essential element nowadays set aside to pure economic interest, and all that makes the human being in that unique and creator being, difficult to find nowadays.
 
Excellent Tom Hiddleston and Tilda Swinton, vampires which from their particular and ancient love story, hide in indispensable books, equally essential songs and scientific discoveries that embrace that halo, mixture of nostalgia and demand, to distance themselves from a few such empty mortals as thair own scale of values. Youth, divine treasure, forced in this allegorical singing to life, played by a stunning Mia Wasikowska.  Pure pleasure of a car ride with the artificial light of the streets of Paris, when rush lies in its particular coffin and you only have to let you pervades by the magic of its centenaries deserted avenues that naked encourage you easier to go back to a past where everything was better.
 
A splendid bouquet of small but fundamental remnant of life with which the American director sets that scale of values, that we are so dramatically losing as our lives go by.
 
The fragment of an old poem or the notes of a song dressed with the best company will result in an entranced face in which those canines that we miss more and more appear.  
Carlos Pérez
Translation review: Pilar Colomo
 
 
 

1 comment:

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