May 6, 2015

House of cards, de cómo Kevin Spacey rompió la cuarta pared


House of Cards cuenta la historia del congresista estadounidense Frank Underwood (Kevin Spacey) y sus ambiciosos intentos de conseguir a toda costa el poder en Washington. A la par que desmenuza los atolladeros del sistema político americano, la serie es capaz de mantener la tensión de las distintas sub tramas, tintadas siempre de corrupción, mentiras, pulsos de poder, manipulación y todas aquellas perversidades que puedan realizarse en los pasillos de la Casa Blanca. Basada en la novela de Michael Dobbs e inspirada por la serie británica de los noventa con el mismo nombre que fue considerada la mejor serie política de Reino Unido de la historia, House of Cards ha arrancado ya su tercera temporada con Netflix, tras dos exitosos primeros asaltos.
Uno de los ingredientes más atractivos de la serie es el contar con un protagonista villano, que sin dilemas morales vela siempre por sus propios beneficios, sin muestra de dudas o remordimientos. House of Cards resulta tan absorbente que te impide ponerte del “lado de los buenos”, te mantiene siempre en la línea, a punto de cruzar, pero consintiendo y respetando cada malignidad de Frank Underwood, alias “el titiritero”. Otro de los puntos fuertes de esta creación es el escenario que han creado, un retrato verídico de un Washington D.C. que es poco más que un nido de víboras, donde todo vale, donde la lucha de intereses demuestra que en ocasiones “el dinero no es tan importante como el poder”. Si mezclamos todo esto con una implacable y siniestra atmósfera, con elegantes elecciones estéticas tanto en guión como en puesta en escena y con un acertado pulso narrativo, encontramos tres temporadas que aunque irregulares, han conseguido erigir una de las mejores series políticas de los últimos tiempos.
Como elemento añadido tropezamos con el retrato del constante tira y afloja entre la política y la prensa, entre el primer y el cuarto poder. Conocedor de su importancia, Underwood ejerce de garganta profunda a lo largo de la serie, filtrando informaciones que  ayudan a desmoronar a sus contendientes políticos. La serie cuenta con un reparto de renombre como Kevin Spacey, Robin Wright o Kate Mara y ha recibido múltiples reconocimientos y nominaciones como la de mejor serie en los Emmy o en los Globos de Oro, y los diferentes premios de Spacey como mejor actor (Globo de Oro, Premio del Sindicato de Guionistas). Para quien no haya visto nunca la serie, falta por destacar el plato fuerte de la misma: los momentos en los que Underwood rompe la cuarta pared, y hablando directamente a cámara nos hace partícipes de sus viles intenciones. Demuestra en esos instantes, y en ocasiones incluso sin hablar, la naturaleza del personaje al que interpreta. Haciendo gala de sus grandes dotes actorales Spacey saborea y se deleita en esos soplos, en los que con pequeñas pinceladas de humor y cinismo a partes iguales, conecta con el espectador y nos mantiene “en su equipo”, permitiendo que empaticemos con él aunque sea un auténtico protagonista-villano.
A pesar de ser pretenciosa, de reposar en el protagonista la mayor parte del peso de la serie, y de faltarle calado o emoción, es una serie muy segura de sí misma aun sabiéndose remake. Aunque la ya descrita falta de todo conflicto moral resulta en ocasiones irreal, lo cierto es que la serie es capaz de simbolizar a la Casa Blanca como un fidedigno castillo de naipes (house of cards), que se tambalea según sople el viento de los intereses. A falta de más alusiones a conflictos reales, en la trama aparecen bien representados tanto los juegos de poder, como la influencia de las multinacionales en la toma de decisiones, ambas temáticas de agradecer en un intento de retrato verídico de la política actual. En definitiva es un must-see por ser imagen de nuestro tiempo, por tratarse de la última creación del gran David Fincher y por qué no, porque merece la pena ver a Spacey rompiendo la cuarta, la quinta y la sexta pared si es necesario.

Adriana Cardoso Navarro
 

House of cards, about how Kevin Spacey broke the fourth wall

“House of Cards” tells the story about Frank Underwood (Kevin Spacey), an US congressman who tries, at all costs, to gain the power in Washington. This TV series is able to show the intricacies of the American political system, and also is able to keep the dramatic tension of the subplots about the corruption in the White House, lies and manipulation. “House of Cards” is based on the Michael Dobbs’s book, and inspired by the British TV Drama which was considered the best British political TV series of history, and it has already launched its third season with Netflix.
One of the most attractive constituents of this series is to have a main character who is a bad guy, who hasn’t moral dilemmas and who only watches over his interests, without doubts or regrets. “House of Cards” is too absorbent and it prevents you to siding with the good guys, tolerating Underwood’s malice. This series has created a real portrait of Washington D.C., where "anything goes" and where the battle of interests demonstrates that “sometimes, money isn’t as important as power”. Mixing all this with a sinister and cold atmosphere, with elegant aesthetic choices and a smart narration, we will get the three seasons, which despite been irregular, have achieved to become one of the best political series of the last years.

There is also the give-and-take between policy and press, between the first and the fourth power. Underwood knows how important the media are, and he acts as Deep Throat filtering information to knock his political enemies. The series counts with a great cast as Kevin Spacey, Robin Wright or Kate Mara and it has been awarded and nominated, specially Spacey with the Golden Globe for the Best Performance by an Actor in a Television Series – Drama. For all the viewers who haven’t seen the series yet, we should highlight the moments when Underwood breaks the fourth wall, and talking to the camera, make us participants of his bad intentions. On this flashes, even without talking, he discloses the character´s nature, demonstrating his actor’s abilities, adding humor and cynicism and connecting with the public, keeping us on “his team” and allowing us to empathise even though he is a real villain.

Despite being pretentious, leaving on the main character the importance of the series, and having not a lot of emotion, this is a very confident series even though it is a remake. The absence of moral dilemmas can be sometimes unreal, but the series achieves to perform the White House as a real “house of cards” which moves according the interest’s wind. The plot offers a real representation about the power games, and the growing influence of multinationals on the decision-making. Ultimately, this is a must-see for being an image of our times, for being the David Fincher’s last creation and, why not, for seeing Spacey breaking the fourth, the fifth, or the sixth wall, if necessary.

Adriana Cardoso Navarro

Review: Pilar Colomo

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