Jan 27, 2012

El último adiós a Théo

El famoso director griego Theodoros Angelopoulos, ganador de una Palma de Oro en Cannes 1998,  murió ayer atropellado por una motocicleta de un policía cuando cruzaba la calle en el barrio de Kératsini, en Atenas.

Resulta cuanto menos irónico si nos paramos a pensar en su estilo a la hora de rodar películas. Angelopoulos era uno de los líderes del cine pausado, de que los hechos transcurrieran de una forma parsimoniosa delante de la cámara.

Angelopoulos, que murió con 76 años, era conocido en España por “La mirada de Ulises” (1995) y ganó la Palma de Oro en Cannes gracias a “La eternidad y un día”.

Nacido en Atenas en 1935, el director descubrió su amor por el cine en la década de los sesenta, tras abandonar su carrera como abogado y licenciarse en Literatura en París. En la capital francesa se apuntó a la escuela de cine pero tras mucho reflexionar decidó regresar a su país y dedicarse en profundidad a su otra pasión, el periodismo. En Grecia trabajó como crítico de cine hasta que su periódico fue clausurado como consecuencia del golpe de Estado que se dio en 1967. Entonces decidió pasarse al cine.

Como director de cine destacan una serie de características en Angelopoulos, como su afición a las películas largas o la importancia de la educación a través de la gran pantalla.

Algunas de las películas que figuran en su filmografía son “Anaparastasi” (1970), que se convirtió en trilogía, “Viaje a Cythera” (1984) o “La mirada de Ulises” (1995). Lo más característico de toda su filmografía es el tono político y pesimista de sus obras.

El pasado mes de septiembre recibió en Barcelona el premio “Terenci Moix a la trayectoria cinematográfica” gracias a su lenguaje visual y su capacidad de unir poesía y cine.
Casado y con tres hijas, el director no pudo terminar una película que ya había dado mucho que hablar, “El otro mar”, filme en el que trataría la crisis de Grecia.

Autora: Marina Alonso

Jan 19, 2012

¡CULTURIZATE! SI PUEDES. La crisis afecta también al mundo del arte y la cultura.

¿Dónde vamos cuando no tenemos nada que hacer, cuando queremos divertimos y pasar un buen rato? Actividades como el teatro, el cine, un concierto o quedarse en casa viendo la televisión se han convertido en la alternativa perfecta para los momentos de ocio. El mundo audiovisual y cultural nos divierte, nos entretiene, y consigue, en definitiva, que pasemos buenos momentos. Nadie puede dudar que ésta sea una de sus finalidades más importantes, pero para nada pensamos en ella como la única.

La cultura no solo nos entretiene, sino que es una magnífica forma de educarnos. La televisión, por ejemplo, forma parte del día a día de las personas. Miles de individuos pasan casi la mitad de su jornada sentados frente al televisor, empapándose de imágenes, llenando sus cerebros con información de todo tipo. Cada vez más, este medio ayuda a formar a nuestros jóvenes, que pueden volverse más cultos, más agresivos o más tímidos dependiendo de los contenidos que se les ofrezcan. Cada programa da forma a nuevas ideas y modela su personalidad. Pero no solo la televisión interviene en nuestra formación, el cine, el teatro, la televisión y el resto de las actividades que componen nuestro variado elenco cultural también son una magnífica forma de educarnos y adquirir nuevos conocimientos. Además, su influencia, en la mayoría de los casos, es más positiva, ya que se trata de contenidos más selectos y de mayor calidad.
Pero a pesar de ser elementos tan importantes para la sociedad, en los últimos años hemos podido comprobar cómo la crisis que azota nuestro país ha hecho mella también en su producción cultural. La economía, el comercio, la sanidad, la educación y ahora también la cultura. Los recortes económicos no perdonan a nadie.
Pero no todo el sector se ha visto afectado de la misma manera. La mayoría de las grandes empresas o entidades privadas que se dedican a este tipo de actividades o espectáculos no se han visto dañadas por la crisis, y no han notado mucha diferencia en cuanto a los beneficios obtenidos en años anteriores. Ha sido el ámbito público el que se ha visto más repercutido. La Comunidad de Madrid es uno de los ejemplos más claros de estas reducciones. Como medida anti-crisis se ha decidido rebajar el presupuesto para diferentes actividades culturales. Eventos como Teatralia, Suma Flamenca, Festimad o el Festival de Otoño en Primavera han sido las primeras “victimas” de estas drásticas prevenciones. Y no solo eso, grandes instituciones públicas que promueven la cultura, como La Casa de América, El Círculo de Bellas Artes o la Fundación Teatro Real, tendrán que suprimir parte de sus actividades por falta de presupuesto.
En tiempos de crisis la cosa queda así, no podemos comprar, no podemos viajar, no podemos salir, no podemos divertirnos, y ahora, no podemos culturizarnos. Habrá que conformarse con acudir a actividades gratuitas, como la siempre esperada Noche en Blanco, eso sí, hasta nueva orden, cada dos años.

Dec 28, 2011

“Con los pies fríos no se piensa bien”

Noruega es un país frío, no cabe duda. Sin embargo, las bajas temperaturas les sientan bien y, al contrario que en la popular canción de Pereza, el intenso frío parece mantenerles las ideas claras.

No es necesario dominar el idioma noruego para hacerse entender en tierras nórdicas. Prácticamente toda la población es bilingüe y se expresa perfectamente en inglés. Este hecho (ya de por sí envidiable y asombroso desde la perspectiva española) se agudiza al centrarnos en la infancia. Los niños noruegos también saben inglés y además, se encuentran muy cómodos hablándolo. Siendo “una española viviendo entre noruegos” me sorprendió mucho poder conversar con niños de doce años que, muy a mi pesar, presumían de tener el mismo nivel de inglés que yo.

Dentro de todas las posibles explicaciones para este fenómeno, me inclino a pensar que la programación televisiva tiene mucho que ver con la pasmosa facilidad de los noruegos para aprender inglés. Como en muchos otros países europeos, las cadenas noruegas no doblan los contenidos extranjeros que programa en sus parrillas. Al contrario que en España, donde parece que hemos generado una especie de fobia a ver películas o series en un idioma que no sea español, los noruegos crecen (física y televisivamente hablando) expuestos a contenidos en inglés diariamente. No sólo la televisión, el cine también opta por subtitular las películas en lugar de doblarlas en el idioma nacional. De esta manera, cuando un niño noruego comienza a ir al colegio y, por lo tanto, a aprender inglés, este idioma no es totalmente desconocido para él y, lo que es más importante, encuentra un refuerzo al llegar a casa donde tiene la posibilidad de ver una serie en el idioma de Shakespeare. Es aquí donde encontramos otro punto a destacar en la programación noruega. A partir de las 6 de la tarde, la cadena pública NRK ofrece desde hace décadas una gran variedad de programación infantil que sigue unos estrictos parámetros de calidad y que, sin renunciar al entretenimiento, refuerza los contenidos que el niño ha adquirido en la escuela. Como comentábamos en uno de nuestros anteriores post, la buena gestión de una televisión para la infancia se torna fundamental en el crecimiento emocional e intelectual de los más pequeños.

En definitiva, creo que a los niños noruegos se les está brindado una gran oportunidad. Todas sus tardes se llenan de contenidos infantiles de calidad y además, muchos de estos contenidos se ofrecen en versión original subtitulada. Poco a poco, como la gota de agua que termina abriendo un surco en al roca, estos niños reciben información en inglés que les facilitará el aprendizaje y el recuerdo de esta lengua fundamental y universal.

Autora: Elisa Morales

Dec 21, 2011

SOY IGUAL QUE TÚ

El mundo y el tiempo pasan deprisa, las condiciones de vida son cada vez más duras y sobrevivir se ha convertido en toda una aventura. Desde que nacemos aprendemos a comunicarnos, a expresarnos y a relacionarnos con el entorno que nos rodea. Pero ¿qué pasa cuando estas acciones que a simple vista parecen tan fáciles se convierten en todo un reto para una persona? Muchos grupos sociales sienten como, día a día, son excluidos debido a sus condiciones físicas, mentales o meramente raciales. 
 
La integración social constituye uno de los objetivos clave para muchas organizaciones y asociaciones, que, desde hace algún tiempo, han visto en el teatro un medio para conseguirla. A través del arte podemos llegar a la integración social y a la normalización de las personas con distintas capacidades, favoreciendo el desarrollo de habilidades psicomotrices, sociales y el pensamiento creativo. Las artes escénicas como el teatro o la danza se caracterizan por desarrollar lenguajes comunicativos propios y singulares. En ellas se mezclan expresiones lingüísticas, corporales, musicales y plásticas. 
 
A través del teatro una persona tiene la oportunidad de experimentar, de desarrollarse y crecer. La interpretación nos transporta a otro mundo donde es más fácil expresar nuestras opiniones y actuar conforme a lo que queremos o en armonía con lo que somos. Todo esto aporta la dosis necesaria de libertad para mejorar la calidad de vida de esas personas que se sienten diferentes. 
 
Según podemos leer en algunos manuales dedicados a la dimensión terapéutica del teatro, esta actividad trabaja con las áreas impedidas del campo físico o psíquico de las personas, ayudándolas a comprenderse a sí mismas, para revalorarse e intervenir en la sociedad desde su diferencia y unicidad. El objetivo principal es que esa persona recupere la autoestima y el sentido de la vida. Además, la conexión que se produce entre actor y espectador hace que el primero se sienta admirado y valorado, y obtenga la fuerza suficiente para enfrentarse al mundo real. 
 
No es difícil encontrar, cuando miramos cualquier guía o página de ocio, actuaciones u obras de teatro que destacan por sus protagonistas. Y no porque éstos sean famosos, sino porque tienen alguna capacidad o rasgo, considerado diferente, que llama nuestra atención. Invidentes que nos hacen ver, discapacitados que nos enseñan a superarnos, inmigrantes que nos muestran el valor de lo que tenemos, personas que consiguen que, durante unas horas, podamos meternos en su piel y comprender su situación. 
 
El teatro social no solo ayuda a estos grupos que sufren algún tipo de exclusión social a integrarse, sino que educa a todos los ciudadanos en el valor de la igualdad. A través de estas iniciativas, podemos descubrir que ellos también son capaces de crear otras realidades, magníficas, imposibles y bellas, que nos llevarán a plantearnos si las diferencias que antes veíamos no están solo en nuestra mente. 

Autora: Sara Baquedano.