Todo lo
concerniente a emprender arriesgadas odiseas, provistas siempre de sus
respectivos e intrínsecos ganchos con los que atrapar a todo espectador ávido
de esa aventura garantizada e impresa casi en letras de neón en la presentación
de la misma, puede llevarnos a error en la lectura de lo que en principio
hayamos vaticinado con respecto a si ese emocionante vaticinio resulta parcial
o totalmente truncado a una altura del metraje en la cual es difícil albergar
ya ciertas esperanzas sobre las perspectivas previamente creadas.
Interstellar
pretende llegar muy lejos, tan lejos como su propio nombre nos da a entender, en
esto de poner a la misma altura que la gravedad de tales espacios siderales
permita, el listón de un marchamo de calidad que el director y realizador Christopher Nolan
se ha propuesto establecer para este su último estreno en la gran pantalla.
Sirvan de precedentes otras grandes alegorías espaciales como 2001, Odisea del espacio
o la reciente Gravity,
para entrar en materia. El trabajo de Nolan no le va a la zaga a las citadas
cintas en cuanto a despliegue de medios se refiere. Deleite para los
acérrimos a efectos visuales en la oscuridad inmensa del espacio exterior,
donde el realizador británico se explaya en exceso, quizá sobrepasando ese
punto de fusión en el que la expectación máxima empieza a fundirse, disipando
en parte la sensación primigenia.
La historia, que
repta lenta y azarosamente por un metraje excesivo, desemboca vertiginosamente
en sus últimos minutos en el desenlace de la historia humana de esta cósmica aventura, que es a la postre la que
marca la pauta de la cinta. Aquí parece residir el vértice de tales propósitos
con respecto a un aspecto humano que se diluye en demasía entre agujeros de
gusano y planetas inhabitables.
Matthew McCnaughey
intenta mantenerse a flote en su particular océano interpretativo, y en gran
medida lo consigue, salvando las limitaciones que el traje espacial y la
estridente banda sonora que por momentos apenas deja oír los diálogos, le
permite. Aunque eso sí, por otra parte, dota al espectáculo audiovisual sideral de un lirismo a la altura de las
cintas del propio Kubrick.
Otros grandes del
reparto como Anne
Hathaway o el veterano Michael Caine
cumplen, y digo cumplen a secas, porque no se dan las condiciones para
lucimientos mayores en estas lides, siendo estas relegadas por otras de
carácter visual.
Grande la
intención del maestro Nolan remitiéndonos al sentimiento paterno como motor
para salvar el mundo, lástima que ésta quede semienterrada en uno de sus atronadores agujeros negros.
Carlos Pérez
“Interstellar”
Everything related to undertake risky odysseys, always
provided for their respective and intrinsic hooks which catch the attention of
every eager viewer for guaranteed adventure and printed in letters of neon in
the presentation of the same, can lead to error in the reading of which in
principle have predicted with respect to whether that exciting prophecy is
partially or fully truncated at a height of the footage in which it is
difficult to certain hope on the perspective previously created.
"Interstellar" aims to reach very far, as far as its own name gives
us to understand,
in setting this sidereal spaces as high as gravity allows, the bar of a quality
label that the director and producer Christopher Nolan
has proposed setting for this[P1] his last release on the big screen. See as precedents
other great space allegories such as “2001, A Space Odyssey” or the recent “Gravity”, to enter in the field. The work of Nolan not going
behind to films mentioned in terms of deployment of means. Delight for the fans
of visual effects in the vast darkness of outer space, where the British
filmmaker overtalks, perhaps surpassing the melting point where the maximum
expectation begins to melt, partly allaying the primal feeling.
The story, which creeps slowly and randomly by an
excessive footage, flows rapidly in its last minutes in the outcome of the human
story of this cosmic adventure, which is ultimately what sets the tone of the
film. This seems to be the apex of such purposes with regard to a human aspect
that is too diluted between wormholes and uninhabitable planets.
Matthew McCnaughey attempts to stay afloat in his particular interpretive Ocean, and
somehow gets it, saving the limitations which lets the spacesuit and the loud
soundtrack that at times barely lets hear the dialogues. Athough, on the other
hand, he gives to the sidereal audiovisual a lyricism at the height of the
films of the own Kubrick.
Other great cast as Anne Hathaway
or veteran Michael Caine are ok, and I say they are ok, because there are no
good conditions for anything else, being acting set aside in favour of the
visual character.
The intention of master Nolan is big, by sending to
the paternal feeling as an engine to save the world, it is a pity that it is
semi buried in one of his thundering black holes.
Carlos Pérez
Review: Pilar Colomo
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