Desde siempre encontramos dos
tipos de lectores, cinéfilos y consumidores de la cultura audiovisual: aquellos
que defiendan a muerte los estilos clásicos (o más antiguos) de la cultura y
aquellos que apoyan a las nuevas generaciones de artistas. Siempre existen y
existirán estos dos grupos diferenciados pero completamente complementados y
sin problemas entre ellos.
Cuando una obra es buena, puede
marcar escuela, empezar un género literario o movimiento cultural o ganarse
millones de seguidores por todo el mundo. El autor, en gran parte de los casos,
disfruta de ese éxito (aunque a veces, desgraciadamente, es reconocido como
gran autor en muerte) y, cuando finalmente fallece, su obra llega a un punto y
final el cual ya no puede remediarse.
Supongo que la lectura cada vez
es una acción más arriesgada, ya sea por su elevado precio (20-25€ un libro
“conocido” recién salido o incluso varios meses después de su lanzamiento) o
porque si no conocemos al autor, no acabamos de fiarnos de las críticas
literarias por “Muy buen actor” que sea allí. Y la gente va a sus autores
predeterminados cuando sacan nuevos libros, tales como Stephen King, J.K.
Rowling, Eduardo Punset… o se decantan
por clásicos de la literatura, haciendo caso omiso de las novedades de nuevos
autores.
Las editoriales, seguramente
viendo tan bajo el nivel de ventas, han empezado a realizar una práctica que,
para mí, es un insulto a toda la obra de un escritor destacable o no
destacable: las obras post-mortem. Este tipo de obras aseguran a las editoriales
una venta de libros y una repercusión mediática impresionante, como escribir un
libro con cuatro garabatos sin sentido que hizo Bram Stoker antes de morir,
aprovechado por su bisnieto para realizar uno de los mayores bodrios literarios
actuales: Drácula: el no muerto.
En esa novela nos encontramos (y
es el ejemplo más clarificador de la explotación de las sagas y de los libros
que llegan a “triunfar”) con una historia nada parecida a la “original” en la
que se sigue leyendo sin demasiado
interés por la pésima capacidad descriptiva del Dracre Stoker (y Ian Holt, en
letras pequeñas que quizá es el mayor escritor). Hace referencias al libro
original, a la película de Ford Coppola…intenta hacer tantas cosas y hacer
converger tantos argumentos (Algunos absurdos) que finalmente, acaban por
aborrecer al lector.
Y ahora viene el caso el cual
mueve toda esta crítica a las obras póstumas surgidas de ciertos apuntes de
escritores celebérrimos: Mario Puzo. Ya pudimos ver en aquél lejano 1999 (y
redición posterior en 2009) una obra póstuma de este grande autor: Omertá. Los
que hemos leído esta obra, queda MUY por debajo de la obra principal de Puzo y
de algunas obras que él publicó aún en vida.
Este septiembre surgió de las
estanterías de nuestras librerías la segunda obra póstuma de Mario Puzo: El siciliano.
Distintos blogueros ya han leído esta obra y dicen que es incluso peor que
Omertá, algunos críticos “especializados” hacen referencia a la modesta calidad
de la obra. Esto nos puede indicar que realmente es otra obra como Omertá o
como Drácula: el no muerto. Obras que el mismo autor decidió no terminar o no
ser publicadas ya fuere por su baja calidad o por la incoherencia argumental.
Si Puzo o Stoker decidieron no publicarlas, la actual publicación de sus obras
“a medias” supone una violación a sus derechos y a la propia opinión de los
escritores.
Francamente, es como si ahora
empezaran a sacar secuelas de la saga de Strieg Larson (muerto antes de
disfrutar del éxito de sus obras) o Harry Potter después del fallecimiento de J.K. Rowling en
la que Harry vive nuevas aventuras mientras Voldemort vuelve a la vida gracias
a la ayuda de Hermione y Ron, los cuales quieren acabar con Harry porque se ha
vuelto un pseudo-vampiro vegetariano… esas serán las “notas” publicadas después
de la muerte de Rowling? No habrá nadie para decir que se lo han
inventado…únicamente la economía de las editoriales verá sus números subir
exponencialmente.
Post
Mortem Publications
There have
always been two types of readers, moviegoers, and lovers of audiovisual
culture, those who defend classical styles (or older) of culture to the death,
and those who support the new generation of artists. These two distinct groups
have always existed and will continue to exist, complementing each other
without any problems between them.
When a
play is good, it makes the grade and begins a new genre literary, cultural
movement or wins millions of followers around the world. The author, in most
cases, enjoys this fame (unfortunately sometimes they are only recognized as a
great author when they are dead) and, when he/she finally dies, their work
reaches a point where it cannot be altered.
I suppose
reading is getting riskier, partly because of the high price of books that can
cost 20-25€ if it is a popular book recently launched, or even several months
old, or because if we don’t know the author, we don´t necessarily trust the
book reviews, however good they might be. People tend to go to their “default”
authors when they release new books, like Stephen King, J.K. Rowling, Eduardo
Punset…or they buy literary classics, ignoring new authors.
Publishers,
reacting to the dramatic fall in sales have begun a practice that, for me, is
an insult to all the work of a remarkable or noteworthy writers: post-mortem
publications. This type of work guarantees the publishers impressive book sales
and media coverage, like writing a book with four meaningless squiggles Bram
Stoker did before his death, used by his grandson to create a terrible piece of
literature, Dracula: The Undead.
Estoy de acuerdo contigo, es na vergüenza el ansia de continuar con una obra cuando el autor ya ha fallecido, y más aún puesto que se trata tan sólo de una versión monetaria, sin ningún tipo de trasfondo artístico.
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I completly agree with you, it's a shame to continue with a work after its autor's death, overall because it's done just because of financial reasons, withput any artistic bakground.