Un film verdaderamente
bueno no lo es siempre por el hecho de haber invertido en él grandiosos emolumentos,
contar con lo último en tecnología punta o disponer de intérpretes en estado de gracia, no ya en el panorama
actual, sino dando el 150% en este
trabajo en concreto. Hay cientos de superproducciones que han sido engullidas
sin remedio por sus propias ansias de estrellato, por tambaleantes pronósticos
que la daban como clara vencedora en
cualquier entrega del más prestigioso de los galardones cinéfilos, o por la
mera apetencia que de vez en cuando nos embarga
de encumbrar una cinta como estrella indiscutible.
“La gran estafa americana”,
es una de esas producciones que nacen con un pedigrí sintomático de un éxito arrollador, independientemente de su
corroboración pertinente el día de su
estreno. El olor a victoria es perceptible mucho antes de que el primer
fotograma se plasmase en la pantalla, alguien se encargó de ponerle esas
gotitas de Chanel mucho antes de que su presentación en sociedad se hiciera
efectiva. Una construcción indestructible con fundamentos sólidos, lista para
afrontar los huracanes más violentos en forma de feroces críticas (si es que
éstas llegasen a producirse).
Parafernalias
estilísticas que cuidan hasta el más irrelevante de los detalles ( cardados
imposibles, pantalones acampanados), una
exquisita y cuidada banda sonora, preparada al efecto, que sube la tonalidad de
un escenario setentero ya de por sí bien
estructurado, y el haber contado con actores en estado de gracia como, Christian Bale,
Bradley
Cooper o esa perla añadida, Jennifer Lawrence,
a la que no prestamos mucha atención obviando lo que en un principio nos parece
un personaje de relleno, y que a la
postre se reivindica a si mismo dando un golpe tan glamuroso como enérgico,
poniendo sobre las cuerdas en ese ring de féminas desmelenadas, a su no menos grandiosa compañera de reparto, Amy Adams.
Con estas envidiables
bazas cuenta el director David O. Russell
para conformar esta madeja de dimes y
diretes, entramados de corruptelas varias y personajes que no son ni buenos ni
malos, sino marionetas a las que se les afloja o estira demasiado el hilo, el
cual acaba enredando a un espectador perdido en este laberinto en el que ni el
mismísimo Teseo lograría salir victorioso. La pretensión de rizar el rizo
argumental a veces tiene efectos contraproducentes, aunque las corruptas
realidades que se pretendan plasmar en el film, arcaicas o recientes, sean aún
mucho menos entendibles.
Carlos Pérez
American Hustle
A film is not always good just because of having
invested grandiose emoluments, having the latest technology or having actors in
State of grace who do as well as they can in this work in particular. There are
hundreds of blockbusters that have been swallowed up inevitably by their own
desire for stardom, despite all the predictions that showed
it as a clear winner of the most prestigious award.
"American Hustle" is one of those productions which are born with
a symptomatic pedigree of an overwhelming success, regardless of its
affirmation the day of the release. The smell of victory is perceptible even
before the first frame is on the screen, someone was responsible for putting
those “drops of Chanel” before it was presented in. An indestructible
construction with a strong base, ready to face the most violent hurricanes in
the form of fierce criticism - if it should occur.
Stylistic paraphernalia caring for the most irrelevant
details (impossible backcombing, flares), an exquisite and meticulous
soundtrack, a well-structured scenario from the 70’s, and actors such as Christian Bale, Bradley
Cooper, or Jennifer Lawrence, to whom we do not pay much attention, ignoring what
initially seems a minor character, but who eventually reclaim her place in a
glamorous and energetic way, on that ring of fashion women, with her no less
great colleague, Amy
Adams.
The director David
O. Russell counts on these secret weapons to make up this story, full of
corruption and characters who are neither good nor bad, but puppets who hook
the audiences and make them get lost in this labyrinth in which nor would
Theseus emerge victorious from. The ambition of crown it all sometimes has
counterproductive effects, although the corrupt realities that they intend to
capture in the film, ancient or recent, are still much less understandable.
Carlos
Pérez
Translation review: Elvira Salinas
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