Feb 19, 2014

Nebraska

Hay historias que acrecientan su poder de convicción con el envoltorio en el que éstas vienen envueltas. Una buena elección del entorno físico donde el personaje actúa e interactúa con otros individuos de ese entorno también preparados al efecto, asientan las bases de ese tándem tan funcional como vistoso, que tan bien les sienta a tantos largometrajes. Alexander Payne decora y redecora con suaves matices de paisajes semidesérticos, ambientes rurales de una América profunda que se nos presenta a través de apocados granjeros que ven la vida pasar sentados en sus crujientes y maltrechas mecedoras. Tenues luces del más clásico “midwest” filtradas por un blanco y negro que acentúa cadenciosos atardeceres en bares de carretera en los que hace ya demasiado tiempo se difuminaran furtivas ilusiones juveniles.
“Nebraska”, es ante todo una alegoría a esa figura familiar venerada en tiempos pretéritos y tan denostada  en nuestros modernos y estresantes días. Un anciano dado a la ingesta alcohólica y con brotes sintomáticos de una demencia senil que lleva de cabeza al resto de la familia, es el punto de partida de una historia de dignidades, valores perdidos, vilezas humanas ensartadas en  intereses económicos y tragicómicas odiseas de una tercera edad que siempre merece algo mejor.
Woody Grant, encarnado por un excelso Bruce Dern,  es víctima de uno de los muchos correos basura que a diario nos engatusan con premios millonarios, casas de ensueño y demás burdos ganchos publicitarios; acompañado por su hijo David (Will Forte), quién se convierte en punta de lanza que acomete contra esos molinos convertidos en gigantes que su padre ve con tan meridiana claridad, emprenderán un largo viaje donde se pondrán en juego valores mucho más notables que el supuesto millón de dólares. Un viaje en busca de una ilusión, quién sabe si la última y por eso tan necesaria, que supone ese antifaz invisible que el anciano Grant parece utilizar para ver sólo lo que realmente le importa, y difuminar hasta hacer desaparecer agravios y demás deleznables actitudes.
June Squibb en el papel de una descarada, socarrona y mordaz anciana (Kate Grant), junto a un veterano Stacy Keach (Ed Pegram), y los anteriormente citados Dern y Forte entre otros, conforman el plantel de una de esas historias que sin grandes aspavientos, tan despaciosamente como sus serenos atardeceres, nos dejan esa sensación de habernos satisfecho gratamente.    

Carlos Pérez


                                                      Nebraska

There are stories that increase its power of conviction with the packaging in which they are wrapped. A good choice of the physical environment where the character acts and interacts with other individuals establishes the duo basis that fits many movies., Alexander Payne decorates and redecorates with soft hues of rural environments, semi-desert landscapes of a deep America which we are presented through resigned farmers who see life pass sitting in their old and battered rockers. A dim light of a classic "Midwest" filtered through black and white which emphasizes alluring sunsets in roadside bars where  too many years ago furtive youth illusions took place.
"Nebraska" is first and foremost an allegory to that family figure revered in old times and maligned in our modern and stressful days. An old man given to alcoholic intake and with symptomatic outbreaks of a senile dementia that drives the rest of the family crazy, is the starting point of a story of dignities, missing values, vile human acts coming from economic interests of  senior citizens who always deserve something better.
Woody Grant, embodied by an excellent Bruce Dern, is a victim of one of the many spams that daily cajoles us with millionaire prizes, the house of our dreams and other advertising hooks; accompanied by his son David (Will Forte), who will attack those windmills which become giants that his father sees so crystal clear. They will undertake a long journey where there  will be much more important things at stake than the one million dollars. A journey in search of an illusion, - perhaps the last one and that is why it is so needed -, which is supposed to be that invisible mask that the old Grant seems to wear to view only what really matters for him, and to blur and to get rid of grievances and other despicable attitudes.
June Squibb in the role of a sassy, sly and mordant elder (Kate Grant), along with a veteran Stacy Keach (Ed Pegram), and the aforementioned Dern and Forte among others, define the staff of one of those stories that, as slowly as its serene sunsets, leaves us with a feeling of being pleasantly satisfied.
 Carlos Pérez
Translation review: Elvira Salinas

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