Jun 21, 2022

"El dirigible”

La “primera película Uruguaya” a la que muchos no entendieron, pero que muchos otros amaron.

 


El pasado lunes 20 de Junio se proyectó El dirigible en Casa América.  Una película estrenada en la década del noventa, que recorrió prestigiosos festivales alrededor del mundo como el Festival de Cannes. El director Pablo Dotta, decide realizar este filme como proyecto de grado de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, Habana-Cuba. A partir de unas fotos de Baltazar Brum, ex presidente uruguayo que se suicidó, como protesta ante la dictadura de Terra, acto que ejecuto en presencia de un grupo de fotógrafos en 1933.

 La película narra la historia de una joven periodista francesa, interpretada por Laura Schneider, quien llega al Montevideo de los años 90 asegurando poseer una entrevista con el escritor Juan Carlos Onetti, quien habría vuelto de su exilio voluntario en Madrid. El director Pablo Dotta construye un relato poético y enigmático sobre los escasos fragmentos de una historia y una identidad nacional también enigmáticas. Los tres pilares del relato son: el expresidente fallecido, el escritor exiliado y el dirigible deambulando los cielos de Montevideo, como amenaza simbólica. Los personajes alrededor: Un traductor, un veterinario amateur, un joven infractor y un inspector de policía interpretado por el icono del humor Ricardo Espalter.  Son personajes “a lo Bresson” no tienen un objetivo, ni un conflicto psicológico, simplemente deambulan por una especie de escenografía fantasmal, aportando al filme ese toque absurdo y cómico a la vez.

  


La película es un suceso histórico, ya que en Uruguay en la década de los noventa no existían ni un instituto de cine, ni escuelas de cine. Y los equipos de filmación eran bastante limitados. Razón por la cual fue catalogada como la primera película Uruguaya, aunque técnicamente no fuera así. 

A pesar de no ser en realidad la primera película Uruguaya, El dirigible si es la primera en tener un nivel de factura impecable. Su fotografía es excepcional, presenta bellos planos elaborados, con un nivel de complejidad en algunos casos equiparable a los de grandes producciones de la época, y con mucha simbología. Este último es un aspecto que materializa el espíritu de la película. 

También nos presenta escenas icónicas, y muy por encima de las posibilidades de los recursos que se tenían a la mano; como la escena de la subida al Palacio Salvo, en donde unos personajes están colgados del aire cuarenta metros, sostenidos por otras personas, a través de poleas. Algo que hoy por hoy no se podría hacer de esa manera, ya que por el alto nivel de riesgo a sufrir un accidente no lo cubre ningún seguro.

 


El polémico final abierto, en donde quedan varias preguntas por responder para el público, como: ¿Que representaban los bomberos que aparecen a lo largo de toda la película? ¿Que contenía “el aparatito”? ¿Onetti en algún momento regreso a Uruguay? ¿Por qué el personaje del policía inflaba globos blancos? ¿Cuál era el vínculo entre el escritor exiliado, el ex presidente muerto y el dirigible? Causo que muchos amaran y que otros odiaran la memorable cinta. 

Esto puede obtener su respuesta en el hecho de que en su mayoría los que acudieron al cine a ver “La primera película Uruguaya” eran espectadores habituados a ver el cine hollywoodense de la época, y cintas como Jurásic Park (1993). Pudieron verse decepcionados al acudir a una película que se podría catalogar como “Cine de autor” o “Cine arte” y dijeran al final que no habían entendido nada. 

Sin embargo hubo quienes elogiaron su simbolismo y en cierto punto, su nivel de surrealismo. Y hoy por hoy, es una película de culto en el cine Uruguayo, de gran importancia, y no es para menos, ya que dejo un gran legado para la industria del séptimo arte en el país Latino Americano.


Juan Manuel Hormaza

 

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